Capítulo 4

Era un jueves, el otoño aún se resistía a dejar paso al frío invierno, y esto hacía que algunos días fueran extremadamente calurosos. Más de lo normal. Ava se levantó, había pasado mala noche, entre los sueños y el calor, apenas había descansado. A esto se le suma su inestabilidad emocional, la añoranza de irse a trabajar, hablar con la gente... La verdad que llevaba varios días sin sociabilizar, sin salir a la calle. Se preparó el desayuno, como cada mañana, aunque ya daba igual la hora que fuera. En un día normal se hubiera preparado un café y una tostada, un desayuno ligero para irse a trabajar, pero ya daba igual.

Sentada en la mesa, con el desayuno delante, miraba el reloj. No pasaba el tiempo. ¿Cómo podía estar pasándole esto? Se preguntaba una y mil veces. ¿Porqué a mí? Con esos pensamientos rondando su cabeza, sonó el timbre de casa. Extrañada, se levantó y abrió la puerta. En el otro lado, una chica, joven, rubia, esbelta, un poco más alta que ella. Era su amiga Emma. Entró cómo un torbellino a la casa sin pedir permiso.

-"Días enteros...-le decía Emma ahorrándose el saludo- Que digo días, ¡semanas! Sin saber de ti... No coges las llamadas, no contestas los mensajes... ¿Qué pasa contigo, Ava?"

-"Emma... -Ava tenía realmente mala cara, no se molestó ni en ocultarla. Pelo mal recogido, ojeras de no haber dormido bien...- Lo siento, de verdad..."

-"¿Me vas a contar qué te pasa?"

Se sentaron en el sofá-"No me encuentro bien, de verdad...-decía decaída Ava- Estoy yendo a la psicóloga, tengo algún tipo de trastorno mental, no sé muy bien cuál es... El caso es que me han dado hasta la baja laboral, y así estoy... Amargada..."

-"La verdad es que me ha sorprendido verte en casa... Pero como no coges el teléfono ni das señales de vida, ¿qué otra cosa podía hacer? -Emma no dejaba de mirar a su amiga, su aspecto desaliñado, ¿cómo podía ayudarla?- Bueno, amiga, te vas ahora mismo a la ducha, te arreglas, y tú y yo nos vamos a comer juntas, y luego un cafecito para rebajar, ¿vale?"

Ava la miró fijamente. Esa era su amiga, alegre, decidida, echada para adelante. Se levantó y fue a la ducha, se arregló, pero no en exceso, al fin y al cabo, su estado de ánimo tampoco la motivaba a hacer mucho más. Una vez lista, ambas salieron juntas.

Mientras comían, Ava le estuvo contando sus sueños. Le contó como era aquel General. No podía evitarlo, pero cada vez que lo mencionaba se le iluminaban los ojos, le subían los colores de las mejillas, incluso salía una pequeña sonrisa sin darse cuenta.

Salieron del restaurante y se dirigieron a una cafetería cercana. Cuando fueron a tomar mesa, un chico las estaba esperando, y les hizo un aspaviento con la mano para llamar su atención.

-"¿Ese es Taku?"-le preguntó Ava a su amiga por lo bajo

-"Le he dicho que se tomara el café con nosotras. ¿Has visto qué guapo está?"

-"Esto es una puta encerrona, Emma"

-"Cálmate o notará que estamos hablando de él. Disfruta del café y listo."-Emma cogió a Ava del brazo, y la arrastró hasta la mesa.

Finalmente se sentaron, bajo la atenta mirada de Taku.

-"Estáis guapísimas, chicas. ¡Cuánto tiempo sin veros!"-dijo el joven mirando especialmente a Ava

-"Bueno, tú tampoco estás nada mal, -le contestó Emma- el viaje a Japón te ha sentado bien por lo que vemos..."

-"Llevaba mucho sin ver a mi familia. Pero no puedo irme de aquí, esta ciudad me gusta demasiado..."-dijo volviendo a mirar a Ava.

Los tres se conocían desde el instituto. Emma siempre fue la mejor amiga de Ava. Iban juntas a todas partes. A veces, más que amigas parecían hermanas, aunque nada tenía que ver el carácter de una con la otra, quizás ese era el nexo de unión entre ambas. Taku, aunque nunca estuvo en el grupo de amigos de las chicas, siempre estuvo enamorado de Ava. Pero nunca fue correspondido. No obstante, ellos siempre tuvieron una bonita amistad.

-"Pues ahora que has vuelto podríamos salir una noche por ahí, -siguió Emma- juntar a nuestros amigos, beber... Cómo hacíamos antes."

-"Por mi perfecto, mañana viernes por ejemplo. Yo escribo a los chicos si queréis."

-"¿Salimos mañana, Ava?"-le dijo Emma a Ava mientras le daba un golpe con la pierna por debajo de la mesa. Y es que, Ava estaba sentada, de cuerpo presente, pero su mente no podía evitar pensar en él...

-"¿¡Qué?!-exclamó Ava al notar la pierna de su amiga, y su atenta mirada de enfado sobre ella- Oh, si... Claro... Lo que veáis..."- dijo accediendo a algo, pero sin saber muy bien de qué se trataba

Continuaron durante un rato más con el café, hasta que finalmente, Taku se levantó para irse, debía volver al trabajo. Pagó la cuenta, invitando a las chicas, y recordándoles la salida de mañana noche. Éstas, se levantaron, y caminaron dirección al coche de Emma.

Durante el trayecto, Emma, no podía evitar su expresión de enfado hacia Ava, hasta que finalmente explotó.

-"¿Me vas a contar de qué vas? ¿A qué estas jugando, Ava? Apenas has abierto la maldita boca. Taku venga a mirarte y preguntarte cosas, y tú... ¡Tú en tus mundos de soldados y unicornios! Qué verguenza... -Ava agachaba la cabeza, lo último que quería era discutir con su amiga, pero ésta siguió- Mañana, te vas a arreglar, te vas a poner guapísima coño, y vas a dar todo de ti, de la Ava que siempre has sido, ¿estamos?"

Cómo negarle algo a Emma, era muy testaruda y manipuladora cuando se lo proponía, pero esta vez llevaba razón, y Ava era consciente de ello.

Llegó a casa y pasó lo que le restaba al día haciendo nada, básicamente, que era lo que estaba haciendo de aquí a atrás, ser nada. La noche llegó, y aunque seguía haciendo calor, esta vez durmió. Volvió a ver a su General. Nada nuevo. Nada destacable. El viernes lo volvió a pasar como pudo, pero en la tarde empezó a arreglarse. Iba advertida por su amiga, debía ser la Ava que siempre había sido. Y en verdad quería volver a serlo.

Llegada la hora, llegó junto con su amiga, al local del encuentro. Allí las estaban esperando Taku junto con un grupo de amigos. Todos se conocían del instituto, así que las presentaciones estaban de más. Sin embargo, estuvieron un rato charlando en puerta, al fin y al cabo, hacía mucho que no se veían y dentro del local, con la música elevada, y mil voces gritando a la vez, iba a ser imposible poder mantener una conversación.

Entraron al local, y, como ya podían ver desde fuera, estaba abarrotado de gente. Tuvieron la suerte de conseguir sentarse en una mesa, y empezaron a tomar cervezas para animar el ambiente.

Tras varios quintos, Ava fue cogiendo un poco más de confianza, soltura, sobre todo con Taku, que era bastante insistente a la hora de estar a su lado. Se sentía incómoda, pero no era algo exagerado, suponía que al final el alcohol estaba relajando el ambiente, y esa relajación llevó a un momento más "cercano" con el chico, pues se junto a ella, le susurraba en el oído, aunque apenas podía entenderlo, le acariciaba los hombros, la miraba con un gran deseo...

Ava agarró su cerveza para beber. Estaba vacía. -"Voy a por otra ronda"-dijo gritando, mareada por todas las que ya llevaba encima. Pero, la noche era para divertirse, debía ser la Ava alegre que siempre había sido, ¿no? Se levantó, se topó contra la mesa, haciendo tambalear todas las bebidas que había en ella, siguió adelante. Se chocó contra varias personas, apenas veía bien, pero consiguió llegar a la barra. El camarero la atendió y le acabó poniendo una copa de vino, ¿había pedido vino? ¿si estaba bebiendo cerveza? No lo recordaba, así que se sentó en un taburete y empezó a bebérselo lentamente.

Pasaron unos minutos y Ava no regresaba a la mesa con los demás. Extrañado, Taku se levantó y fue a verla. Allí estaba, bebiendo sola, alrededor de un puñado de desconocidos.

-"Ava, ¿estás bien?"-escuchó ella desde la lejanía mientras su cabeza daba mil vueltas.

Se giró, era Taku, podía ver cómo movía sus labios hablando pero no lograba entender nada... Ella seguía bebiendo su copa de vino. La agarró de la mano, la levantó de aquel asiento, podía ver su mirada perdida, su tambaleo inconsciente de cuerpo...

-"¿Quieres que te lleve a casa?"-le preguntó Taku preocupado

-"¿Y la fiesta?"

-"Lo importante aquí eres tú... Ellos están en su mundo ahora mismo..."-concluyó Taku. Salieron por la puerta, hicieron un gesto al resto para que supieran que abandonaban el local, y fueron a casa de Ava.

Ava, abrió la puerta como pudo, sujeta a Taku, ya que por ella misma le era complicado mantenerse en pie, y entraron.

-"Gracias por traerme..."-le dijo ella mirándolo

-"No me des las gracias, Ava, yo...-la miraba fijamente- Haría lo que fuera por ti... ¿Lo sabes?"

-"Siempre has sido tan bueno conmigo..."-Ava seguía mirándolo. Igual era el alcohol, el tiempo que había pasado desde el instituto, pero lo miraba, y se sentía bien, sus ojos le transmitían paz. Le acabó besando. Taku le devolvió el beso, y ambos acabaron en un momento bastante intenso en el salón, tanto, que Taku acabó cogiendo a Ava, y dirigiéndola hacia el dormitorio.

La dejó en la cama, seguían besándose acaloradamente. La ropa iba sobrando, y poco a poco ambos acabaron fundidos en un mismo cuerpo. Pero claro, la mente perturbada de Ava, dejó volar su imaginación, y en un abrir y cerrar de ojos, Taku había pasado a la nada, para ella sólo existía un hombre, y era con el que realmente estaba haciendo el amor...

Cuando todo terminó, Ava volvió a la realidad, miró a su derecha, no era Lucius, aquel General no existía, era Taku. Había perdido el norte, ¿de verdad creía que iba a hacer el amor con alguien que no sabía si era real? De serlo, para empezar, estaríamos hablando de una persona estancada en el pasado. Se echó las manos a la cabeza. Estaba amaneciendo.

Se recogió el pelo, se puso algo de ropa, y sin despertarlo, salió al salón. Allí agarró el móvil y llamó a Agatha...

-"¿Ava?"- contestó al otro lado de la línea una extrañada psicóloga

-"Perdón por las horas, sé que es sábado y no hay consulta... Pero... -suspiró-Creo que he cometido una locura... No... -miraba al suelo constantemente-No estoy bien. Necesito tu ayuda."

Quedó con Agatha para comer ese mismo día. Pero mientras llegaba la hora, Taku estaba en su dormitorio, desnudo... Se sentía estúpida. Era consciente de lo enamorado que siempre había estado Taku de ella, y seguro que esta noche le habrá dado esperanzas...

Mientras le daba mil vueltas a la situación, Taku salió de la habitación, ya vestido, con la misma ropa que la noche anterior. La miró, sabía que nada iba bien.

-"¿Qué ocurre, Ava?-le preguntó él desconcertado- No tienes buena cara. ¿Quieres comer algo?"

-"No... De verdad. Estoy bien. -pasaron varios segundos incómodos, dónde Taku la miraba y ella rehuía la vista hacia otros puntos- Oye Taku... Yo..."

-"No digas nada, Ava. -le cortó él- No estás cómoda. Sé captar indirectas. Lo mejor será que me vaya..."

Ava seguía con la cabeza baja, mientras veía de reojo a Taku salir por la puerta. No estaba orgullosa, sentía que lo había utilizado. De hecho, ni siquiera sentía haberse acostado con él, era Lucius. Pero era lo mejor, que se fuera. Desayunó algo, y se arregló para ir a comer con Agatha.

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Llegó al restaurante, y la pelirroja ya la estaba esperando. Se sentó en la mesa y a los pocos segundos estaba el camarero tomándoles nota. Tocaba esperar la comida...

-"Lo siento de veras, doctora. -empezaba Ava la conversación- Imagino que tendrías tus planes hoy sábado, lamento profundamente si has tenido que cambiarlos por mí..."

-"Tranquila, no me has estropeado ningún plan. Cuéntame qué te ocurre

Ava le contó todo lo acontecido en la noche, incluyendo por supuesto su acercamiento físico con el General. Agatha la miraba sorprendida. No sabía que responderle en verdad. ¿En qué momento se había hecho ella el lío de aparentar ser psicóloga? Llegó la comida.

Ambas seguían charlando del tema. El gesto de Ava era de una evidente preocupación por su propia salud mental, mientras que la pelirroja la miraba asombrada, "al final estará loca de verdad" pensaba constantemente mientras fingía escucharla.

-"¿Qué debo hacer entonces?"-acabó preguntando Ava

Agatha quedó en silencio. La miraba. Apenas la había escuchado. Pero algo tenía que decir. -"No salgas más. -Ava la miraba con asombro- Si salir no te hace bien, no lo hagas. A veces la mente necesita sus momentos de paz, y eso no se consigue ni con amigos, ni con alcohol."

Los maravillosos consejos de la vampira dejaron a Ava aún más en shock de lo que ya estaba. Terminó el resto de la comida con la cabeza baja y casi sin probar bocado.

Al salir, en la misma puerta del restaurante, Agatha podía ver el dolor de Ava en sus ojos. Igual no le había dado el mejor de los consejos, pero ella no era psicóloga, ¿qué otra cosa podía decirle? Aún así, un sentimiento de lástima y culpa le recorrió todo su ser, algo tenía que hacer para no sentirse así, pero para no contradecirse con lo dicho anteriormente...

-"Oye, Ava, no quiero que te sientas mal por la situación. Tienes que pensar que la mente humana es compleja, y hay amigos y salidas y que son los adecuados. Y es tu caso. -la miraba con cierta dulzura a la par que con cierta picardía- Si tu quieres, yo puedo ser tu amiga."

-"¿Mi amiga?"

-"Si, mira, a partir de ahora, deja de verme como tu psicóloga, empieza a verme como una amiga. Una amiga que solo busca lo mejor para tí..."

-"Y la consulta entonces..."

-"Olvídate de las consultas. Ahora somo amigas. Te escucharé como tal y estaré ahí para ti."

-"Pero no quiero agobiarte con mis cosas... Tú tendrás tus clientes, tu vida..."

-"Ava, ya no eres mi cliente, eres mi amiga. Las amigas se escuchan, se apoyan. -la miraba feliz mientras Ava, sorprendida, no sabía qué decir- Si quieres podemos salir más a menudo. Lo bueno es que yo siempre voy a saber qué decirte y cómo actuar ante ciertas situaciones..."

Ante la insistencia de Agatha, Ava finalmente aceptó. Dejar atrás todo. Centrarse en ella misma y su "nueva amiga". Ese era el nuevo plan a seguir para una pronta recuperación...