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Capítulo 26

"¿Cómo caminar por los pasillos de esta casa, cuando es inevitable cruzarme con su desprecio? ¿Cómo hacer qué quiera hablar conmigo si cada vez que trato de hacerlo se encierra y no me deja pasar? ¿Cómo puedo ser un buen alfa si la mitad de mi manada está desestructurada y todo es por mi culpa?" -pensaba diariamente Cassian, cada mañana, al levantarse de aquella cama tan grande, y a la vez tan vacía.

Pero no podía mostrar flaqueza, tenían que mantenerse unidos, no sabía cómo, pero debía lograr que su manada volviese a ser la unidad fuerte que fue, y debía lograr que aquella loba, que Kayla, le perdonase, le devolviese aquella ilusión con la que todo empezó, que finalmente sus lobos se uniesen en cuerpo y alma, para toda la eternidad.

Aquella mañana los chicos salieron a trabajar, pero Cassian no los acompañó. No tenía las fuerzas suficientes para afrontar quella jornada, así que, sin nadie que lo acompañase, salió a pasear por los alrededores.

Caminó durante un largo rato, alejado de todo el bullicio de la ciudad, adentrándose en las montañas, dejando en plena relajación la mente, necesitaba aquella desconexión, cuando de fondo, escuchó el llanto de un animal. Curioso, se acercó, guiado por el sonido, y entre rocas y arbustos, vió una pequeña perra herida, con la pata rota. Observó a aquel pequeño animal, y por un momento notó sus ojos tristes clavados en los suyos, suplicando ayuda, y algo dentro de él se rompió. Mordió sus labios de rabia, y sin pensarlo mucho, agarró a aquel can y puso rumbo a casa.


Entró por la puerta, y lo primero que vió fue a Kayla merodeando por la cocina, pues desde que es loba, se ha negado a entrenar con el resto e incluso comer o sociabilizar, y aprovechaba los momentos de soledad para salir de su encerramiento. Curiosa, vió llegar a Cassian con algo en los brazos, rodeado de una profunda pena y desconsuelo que ella misma podía sentir. Finalmente se acercó.

-"¿Qué llevas ahí?"-le dijo intentando asomarse pero sin parecer ansiosa por saber

A lo que Cassian bajó un poco su cuerpo para que ella pudiera ver al animal, pues la diferencia de altura entre ambos era muy notoria.

-"La he encontrado herida, tiene la para delantera rota, seguramente haya caído en alguna trampa para liebres."

-"Si está herida podríamos llevarla al veterinario, ¡no puede estar así, morirá si no la ayudamos!"- soltó una Kayla preocupada por el can

-"¿Vas a querer acompañarme?"- Preguntó el alfa atreviéndose a mirarla a los ojos directamente, con cierto nerviosismo en sus palabras, pero serio y sereno.

-"¡Claro!"


Habló la loba cogiendo a la perrita con sus manos, al mismo tiempo que rozaba los brazos musculados de Cassian, intercambiando miradas cómplices, aquellas que se procesaban antes de que todo ocurriese entre ellos, antes de que todo se fuese a la mierda.

Subieron en la camioneta y estuvieron casi toda la mañana en el veterinario. Cuando al fin llegaron a casa, lo hicieron sin el animal, pues debía someterse a una operación y aquello requería tiempo. Entraron nuevamente al salón, apenas se habían hablado durante todo el camino. Existía una tensión palpante en el ambiente, ambos se tenían ganas pero ninguno terminaba de arrancar. Kayla lo miró de reojo y suspiró. Quería perdonarlo pero le había hecho tanto daño... No, no podía. Dió media vuelta dejando atrás a Cassian, y se dirigió a su habitación, pero el alfa la agarró del brazo, y con fuerza, la giró hacia él. Cerró los ojos y olió su piel, su perfume afrutado... El roce de su pelo en su cuerpo eran como caricias en el mismísimo cielo. La necesitaba tanto...

Siendo el bruto de siempre, la agarró del cuello y la besó locamente, arrancándole todo el carmín de sus labios, y con con su gran fuerza, la cogió en brazos y la arrastró hasta la encimera de la cocina, remangando el vestido que llevaba puesto, dejando al descubierto toda su cintura. Mientras la besaba agarrándola del pelo, mordiendo sus bonitos labios, y suspirando por cada poro de su piel, una de sus manos bajó, perdiéndose en la entrepierna, y desencadenando la locura de la loba.


Kayla gemía con todas sus fuerzas, ella también necesitaba a su hombre, lo echaba de menos, y finalmente se dió el momento de unión entre ambos cuerpos, en la encimera de la cocina. Poco a poco fueron bajando el ritmo, pues se tenían tantas ganas que no demoraron en exceso, hasta que finalmente ambos cuerpos descansaron. Kayla apoyaba su cabeza sobre la de Cassian, intentando recobrar el aliento, y éste sonreía feliz.

-"Perdóname, por todo."-dijo Cassian entre susurros, mientras aún seguían en la misma posición con la que comenzó esta unión

-"Me hubiera gustado que todo fuese diferente. -habló la loba aún entre jadeos- Me has hecho mucho daño, Cassian, pero, hay algo que no deja de atormentarme.-el alfa levantó su mirada buscando la de Kayla, hasta que finalmente la encontró, necesitaba saber más- Siempre soñé con ser madre, y al convertirme en esto que soy ahora... Tú... Has matado esa posibilidad."

Al escuchar aquello, Cassian retrocedió unos pasos, separando sus cuerpos, dejando a la loba sobre aquella encimera. Con la cabeza baja, se abrochó los pantalones, y se giró dándole la espalda.

-"En éste último tiempo, todo lo hago mal, -habló- pero si ese es tu tormento, lo solucionaré."

Así habló, y dejando allí parada a la mujer de su vida, a su loba, salió de la casa.

Montó en su camineta, y condujo hasta una explanada, una llanura cubierta por pequeños arbustos y flores en primer plano; también había un pequeño estanque cubierto de lodo y animalitos, y tras aquello, unos majestuosos pinos que podían rozar el mismisimo cielo. El ambiente allí se notaba cargado, era algo anormal, pero claro, ¿había algún tipo de normalidad en todo lo que les rodeaba a ellos?

Cassian se plantó en medio de todo aquello, y tras él apareció una mujer, de piel blanca y cabello rubio.


-"Los licántropos no sois bienvenidos aquí."- habló

Cassian se giró para verla mejor. -"No es a tí a quién vengo a buscar, aprendiz."

Nuevamente, tras el alfa, apareció Artemisia, entre una nube negra ligada a un inteso olor a incienso quemado.

-"Déjame a solas con el lobo, Enea. -le dijo la gran bruja a su discípula- Te diría que me sorprende verte aquí, pero mentiría, pues de todo soy consciente y todo lo veo. Aún así, mi magia te repele, eres un ser non grato en este lugar."

-"Si todo lo ves, sabes a qué he venido, bruja."- le contestó el alfa desafiante con la mirada clavada en ella

-"Sí. Lo sé. Buscas el perdón del amor perdido; la misericordia hacia tu alma; el afecto que antaño tuviste de los tuyos..."

-"No te andes por las ramas. -contestó Cassian molesto entre gruñidos- He venido para... -cortó sus propias palabras para suspirar, tomar aire, y recapacitar- Me he arrastrado ante ti, para suplicar piedad por los míos. Lo que le pasó a tus hermanas de aquelarre aquella luna llena, nada tiene que ver con ninguno de los supervivientes actuales. Greg nunca nos ha representado, está exiliado en su propia verguenza, vagando en soledad recordando lo que algún día fue. Así que te imploro que retires nuestra maldición."

Artemisia sonrío al ver al alfa de la última manada de lobos arrastrado por los suelos, como un mero gusano. Remolona, comenzó a caminar lentamente en círculos sobre Cassian, poniéndo al lobo nervioso entre tanto misterio y sin ninguna respuesta por su parte. Finalmente habló:

-" Eres consciente de que el empleo de una gran cantidad de magia, require un precio, lobo."

-"Lo sé, y estoy dispuesto a asumirlo."-dijo tajante

-"Muy bien. -expresó Artemisia parándose ante él. Levantó sus manos, y una brisa oscura la rodeó, haciendo volátil su negro cabello, y oscureciendo el mismo cielo, y, con una voz sombría envuelta entre aquella incesante penumbra, habló nuevamente- Tu especie quedará liberada de la maldición, podreis enjendrar de forma natural, pero tú, Cassian, distinguido alfa, tu fertilidad eterna será el pago por semejante magia usada para revertir el antiguo y poderoso conjuro de mis hermanas. Así pues, de la maldición yo os libero.- La oscuridad levantada por semejante poder se esfumó al pronunciar aquellas palabras, y nada parecía haber pasado. Cassian se miraba desconcertado buscando algún resto de lo que acababa de presenciar, pero no había nada. Dudoso miró a Artemisia, y ésta simplemente le sonrió.

-"¿Se acabó?"- preguntó Cassian sin terminar de entender que había pasado

-"¿Buscabas que tirara fuegos artificiales o algo similar? -respondió la bruja con cierto asco en sus ojos- Ya está hecho, sois libres, aunque eres consciente, Cassian, de que vuestra prioridad ahora mismo no es enjendrar, ¿verdad? Ella busca salir, y todos estamos perdidos si lo hace. -Cassian agachó la mirada y la bruja siguió hablando- Hace un tiempo te encontraste con Theodor, y ambos sabíais lo que os convenía por el bien de todos: ¡unir fuerzas! ¡Eres el alfa de la manada, lobo! Y entiendo que siendo tan pocos busques huir del conflicto, ¡pero ese no es el camino! Escoge con sabiduría a tus miembros más fuertes y capaces, ¡y olvida el pasado! Parad el avance de Sauron, impedirle que encuentre la entrada a la cárcel donde Nazaret es prisionera, y después, haced lo que os dé la puta gana, pero ésto es la auténtica prioridad. Lo entiendes, ¿verdad?"

Cassian no dijo nada. Agachó su mirada y se dió media vuelta, tenía mucho en qué pensar, acababa de perder todo.

Tras un largo camino en absoluto silencio, tan sólo con sus propios pensamientos, el alfa llegó a casa. Pasó de largo de toda su manada, que ya estaban en casa, y se metió en la habitación, se sentó en la orilla de su cama y se quedó mirando a la nada, por un momento vació la mente de todo.

Al poco, entró Kayla en la habitación, algo temerosa sin saber ni a donde había ido ni qué le había pasado. Ésta, se sentó a su lado, giró su cabeza y lo miró, contemplando la tristeza que invadían sus ojos.

-"No te lo guardes, -le dijo ella- cuéntame lo que sea."

El alfa levantó la mirada hacia ella, y habló:

-"He hecho lo que debía por la manada, por tí... Ahora, mi mayor dolor es tener que decirte adiós."

-"¿Adiós?"- preguntó la loba desconcertada

-"Al convertirte destrocé tus sueños, fui un egoísta, pero eso se acabó. Kayla, tienes la oportunidad de convertirte en la madre que siempre soñaste, aunque me duela, todos los lobos estarán disponibles para ti, escoge con sabiduría a tu compañero y sé feliz."

Kayla abrió los ojos atónita a lo que acababa de escuchar y se levantó de un salto de la cama. Caminó hacia la puerta, y allí frenó en seco, girándose hacia el lobo herido.

-"Te elegí a ti, lobo terco y malhumorado."

-"Pero conmigo jamás podrás cumplir tu deseo."- le dice el lobo levantandose y plantandose frente a ella.

-"Has ido a revertir la maldición, ¿no es así? -Cassian asintió con la cabeza- Y el precio a pagar has sido tú mismo...- vuelve a asentir- Podría vivir mil vidas, Cassian, y en todas acabaría eligiendote, porque mi mayor sueño eres tú. Despertarme y ver tu rostro sonreír, dormirme acurrucada junto a tu pecho... No pido más. Los sueños cambian, y me he dado cuenta de que el mío siempre fuiste tu..."


Emocionado, la abrazó con todas sus fuerzas, el amor que sentían era mutuo y se estaban dejando claro que juntos romperían las barreras. Pero ahora debía mantenerse frío, alejarse de ella un tiempo, pues como Artemisia le dijo: selecciona a tus mejores hombres para la batalla; y en su cabeza esto implicaría dejar a a todos los nuevos miembros en casa, bajo la custodia de alguien de plena confianza, y sabía perfectamente que esa loba era digna pareja de un alfa, capaz de manejar a la manada si fuera preciso, y así será.


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