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  • Foto del escritorLadynoell

Capítulo 25

Y llegó el momento. Sextus acudió a la dirección que su amo le proporcionó, y a lo lejos, tras unos arbustos, aguardó con un corazón latiendo más rápido que de normal, pues, podía escuchar su voz. Aquella melodiosa sinfonía que durante años lo cautivó, ¡que durante años mantuvo su corazón latiendo! Pero... ¡No podía ser! ¡Ella había quedado junto con Lucius en el pasado! ¡Cómo era posible! No, seguro que se trataba sólo de una coincidencia, pero, sonaba tan real...

Suspiró y cerró los ojos, y aún con los ojos cerrados, podía verla, su sonrisa, sus ojos marrones, aquel cabello largo color castaño que resaltaba con su precioso vestido blanco... La echaba tanto de menos... Sin duda su único arrepentimiento era haberla dejado atrás.

Volvió a abrir los ojos, y miró hacia la casa. La puerta se abrió, y salieron Agatha, Ava y Alypia, junto con dos pequeños infantes de apenas unos meses de vida. Pestañeó con rápidez, ¿qué estaban viendo sus ojos?


-"Bueno, yo me voy ya a casa, si vuestros hijos no quieren dormir, paso de estar en vela por ellos."- bromeó Alypia para decir que se retiraba al fin

-"¿Te acompaño?"- le preguntó Ava

-"No hace falta, además, quiero estar sola y relajar la mente, tengo los llantos de mi querido sobrino hasta en sueños ya."- zanjó la morena

Y con las mismas, echó a andar hacia la finca. Sextus la vió caminar, deseaba ir detrás, pero también debía informar a su amo de lo que estaba viendo... Esa niña de pelo negro... ¿podría ser..? ¡Ahh! Pero tenía la oportunidad de tener al que fue el amor de su vida frente a él, estar a solas... Finalmente, fue tras ella, dejando de lado a Agatha y Ava.

-"¡Alypia!" -le gritó por la espalda sin saber si ella daría la vuelta

La joven, frenó en seco, y empezó a temblar. Tragó saliba de forma exagerada y poco a poco se giró hasta tenerlo en frente. Al fin, uno frente al otro, mirándose a los ojos directamente.

A Alypia empezaron a temblarle las piernas, y los ojos comenzaron a encharcarse, tanto, que la vista se le nubló. Las piernas dejaron de funcionar, y estas le hicieron caer al suelo, pero rápido, sin decir nada, la agarró el rubio, impidiendo que cayera sobre la fría hierba.

Todo seguía en silencio, y ellos se tenían tan cerca que eran capaces de escuchar la respiración del otro, ¡incluso el latido de sus corazones! Sextus le acarició la cara ladeándole el cabello para que éste no molestara, y, sin pensarlo mucho, la besó.

Un beso cálido, ardiente, pasional... Ambos se entregaron a él sin ser realmente conscientes que era real, que al fin se tenían el uno al otro.

Pero entre tanta pasión, Alypia se ladeó, finalizando aquel deseo que ardía en su interior.

-"No... -tartamudeó la joven- Esto no puede pasar... No eres real..."

-"Mírame, Alypia, llevo deseando este momento desde el maldito instante que te vi por primera vez. Eras una niña, pero despertaste algo que siempre creí irreal. Conforme ibas creciendo, e ibas adoptando forma de mujer, el deseo en mi no hacía más que incrementarse. Siempre te he necesitado, incluso cuando sabía que era inútil amarte, lo he seguido haciendo; incluso cuando sabía que pasabas las noches en brazos de otro hombre, que te tocaba como yo nunca pude hacerlo... Incluso en esos momentos hubiera dado mi vida por ti. A pesar del daño que me ocasionaste, a pesar de estar tu hermano siempre con su mirada clavada en nuestros actos... No. No puedes pedirme que esto no pase, porque esto es real, yo soy real, ambos estamos aquí, solos, en la nada, y te aviso, te advierto, no voy a frenar..."

Tras sus palabras, sin esperar una réplica de la joven, la tiró al suelo, y ambos dieron rienda suelta al deseo carnal que tantos años llevaban oprimiendo.



Acabado el acto que tan entretenidos les tenía, Sextus se vistió rápidamente, provocando la indignación de Alypia:

-"¿Dónde vas tan rápido? ¿No te quedas conmigo?"

-"No puedo, he de regresar. No puede pillarme el amanecer."

-"¿Regresar a dónde? -pero el vampiro no contestó- ¡Ya veo, ya! ¡Joder! ¡Es que he sido gilipollas! ¡Tú sólo buscando lo único que has querido siempre! Y cuando al fin lo has tenido... ¿Te marchas? ¿Pues sabes que te digo? ¡Qué te pires! ¡NO quiero volver a verte en mi puta vida!"

-"¿Qué dices, loca? -le contestó Sextus- De verdad, no has cambiado nada, sigues siendo la misma niñata de mierda, pija y malcriada que has sido siempre."

-"¡Pues no vuelvas por aquí, me oyes!"- le gritó Alypia mientras se terminaba de vestir y se alejaba de aquel lugar dirección a su casa

-"¡Tranquila, que de locas ya voy servido!"- le contestó SExtus saliendo de aquel lugar malhumorado

Llegó al coche, se montó cabreado, suspiró, y arrancó el motor. Miró al frente y le vino a la mente el momento tan especial que acababa de vivir, y cómo se jodió todo de un momento a otro... Asqueado, metió la primera marcha, y salió de allí.

Aún faltaban un par de horas para el amenecer cuando Sextus llegó a casa. Aún asqueado por la situación que acababa de vivir, entró directo buscando a Theodor. Éste se encontraba en una de las salas con Thorin y Darla, y encuanto vió a Sextus, salió disparado al despacho. El rubio lo siguió.

-"Se te ha pegado el tiempo para volver, un poco más y te pilla el alba."- comenzó Theodor

-"Lo tengo todo controlado."-le contestó mientras se sentaba en el sofá que había en un lateral y se hacía el remolón

-"¿Piensas hablar o te saco la información por las malas?" -dijo un amo con tono desafiante

-"No he visto a Miguel. Peeero, creo que lo que hay allí te va a interesar más. -miró a su amo, con media sonrisa, mientras éste le hacía gestos con la mano para que continuara hablando- Quién vive allí es Agatha, y no está sola. Junto a ella había una niña pequeña, como Thorin. De hecho, diría que se le parece mucho, con el pelito negro..."

-"¿Qué estás insinuando, soldado, que esa niña es mía?"

-"Tú me enviaste a observar, y yo vengo y te cuento lo que he visto. No insinuo nada. Pero..."

-"No es posible, si esa niña fuese mía la sentiría, como me pasa con Thorin, y no siento nada. No... No es mía. A saber a quién se habrá estado follando esa híbrida. Nunca fue trigo limpio."

Tras esta frase, un huracán desmedido, llamado Miguel, entró por la puerta del despacho sin pedir permiso y muy cabreado:

-"¡¿Quién coño te crees que eres para ir a Henford a espiarme!? ¡No pienso consertirlo!"

-"¡Y qué esperabas que hiciera!- le gritó Theodor- ¡Diste tu palabra de ayudar a encontrar a Sauron y no se nada de ti desde hace MESES! -tras esto, hubo un silencio abismal en la sala, hasta que Theodor continuó- Nos estamos jugando mucho, Miguel. ¡Nuestra misma especie se lo está jugando todo! Sabes de sobra que será el puto fin si Nazaret sale de su prisión, nadie está preparado para hacerle frente, y no voy a permitir que ni mi casa, ni los míos, caigan ante ella, ¿te ha quedado claro? Así que, o te dejas los putos juegos a un lado y te pones las pilas, o soy capaz de arrastrarte de los pelos por toda Alemania hasta dejarte calvo. A partir de ya, te quiero aquí noche si, noche también, ¿estamos?"

Así habló, y con las mismas salió del despacho dando un portazo. Tras esto, Miguel miró a Sextus, quién aún seguía sentado en el sofá:

-"¿Qué le has contado?"- le preguntó molesto

-"¿Qué le tendría que haber contado?"-replicó chulesco el rubio

-"Conmigo no juegues, estúpido. Espero por tu bien que no hayas contado nada que pueda ser perjudical."

Sextus se levantó y se puso frente a él, encarándolo:

-"Si te refieres a Alypia o a Ava, tranquilo, jamás las delataría, no me interesa que les pase nada, y si nada sabe de su existencia, nada podrá obligarme a decir. Ahora bien, si lo dices por Agatha y su hija... Pssss... Tranquilo, le ha importado una mierda."

Tras esto, Miguel lo agarró del brazo con fuerza, y acercó su cara a la suya, desafiando:

-"Mira, lerdo, cómo por tu culpa les pase algo te vas a acordar de mi nombre y mi puta raza entera el resto de tu vida, ¿lo has entendido?"

Sextus no respondió, solo soltó su brazo y salió por la puerta, dejando a Miguel entre las cuatro paredes de aquel despacho.

Por otro lado, Theodor recorrió todo el pasillo del tercer ala de la mansión, hasta llegar a una pequeña sala, acomodada por sofás y muchos libros. Allí se encontraba Godfrey con Ania, leyendo y charlando, totalmente ausentes de todo.

-"Déjanos a solas, niña."

Le dijo frío y contundente el señor de la casa. Ania obedeció, dejando a Godfrey con él.

-"Me han contado que han visto a Agatha junto a una niña, de pelo negro, algo más grande que mi hijo, y he estado pensando...: Agatha se marchó de esta casa de la noche a la mañana, sin decir nada, pero, tú estabas con ella, ¿cuando se fue estaba embarazada? -Godfrey lo miró, resopló, y cerró los ojos- Sabes que no puedes mentirme, no a tu creador, te repito, ¿Agatha se fue de aquí embarazada?"


-"Sí."- respondió el rubio sin más remedio

Theodor soltó una carcajada nerviosa, corta, pero con fuerza. -" Y lógicamente tuya no es... Claro...-susurró- Debí haberlo imaginado... ¡Sino porqué iba a salir corriendo esa maldita furcia!"

Godfrey dió un salto y se plantó frente a su amo: -"No te permito que la llames así, porque no lo es."

-"Mírate... ¡Eres patético, Godfrey! ¿Porqué defiendes a aquella que te engañó para después abandonarte?"

-"¿Abandonarme? No. Agatha no me abandonó, huyó de ti, y de tu veneno. Ojalá yo hubiese tenido la fuerza necesaria para romper lazos contigo, como lo hizo Miguel, entonces, te garantizo, que no estaría aquí, sino junto a ella, bien lejos de este lugar. No mereces la dicha que la vida ha ortorgado a Agatha, jamás serás el padre de esa niña."

Dolido por aquellas palabras, Theodor agarró a Godfrey del cuello y lo llevó contra la pared:

-"Te arrancaría la lengua por tus palabras si no supiera que tu dolor sería el mío. Sólo confírmame algo más, ¿todo ha sido orquestado por Miguel, no es cierto? - Godfrey afirmó con la mirada, y su amo lo soltó, dando un par de vueltas incómodo por aquella habitación- ¡Y PORQUÉ COJONES NO LA SIENTO CÓMO MÍA!"


Tras aquel grito, miró por la ventana, al alba asomaba. Salió de aquella habitación y bajó hasta el despacho, pero Miguel ya se había ido. Tocaba esperar un nuevo anochecer.

Siendo ya de día, Miguel llegó a casa de Agatha, pero no vió a la pelirroja. Veloz, subió al segundo piso de aquella casa y entró al cuarto donde estaba Opala. Todas las persianas estaban cerradas y las cortinas echadas. Allí no había luz, pero la niña estaba despierta.

Miguel la cogó en brazos.

Tras él apareció su madre, e inquieta preguntó:

-"¿Qué estás haciendo, Miguel?"

-"Os teneis que marchar. Ahora."

-"¿Estás loco? A Opala no le puede dar la luz del sol."

-"Agatha, Theodor sabe dónde estáis, tenéis que salir de este lugar, irse lejos."

-"¿Irnos a dónde?- cuestionó nerviosa mientras veía como Miguel sacaba a esa niña de la habitación- Por favor Miguel, no sigas, no puede darle la luz... -pero Miguel hizo caso omiso a Agatha y la bajó por la escaleras- ¡La vas a matar, joder!"- gritó angustiada

Miguel abrió la puerta que daba a la calle y salió con la niña. Agatha los siguió corriendo, agobiada por la situación, pero miró a su hija, miró al sol, ¡nada estaba pasando!

-"¿Cómo es esto posible? -se preguntó- Ella no puede... ¿Cómo lo has sabido?"

-"No estaba completamente seguro, pero mientras estabas inconsciente en el parto, Tecna te dió de su sangre..."-dijo Miguel aún con la niña en brazos

-"¡Pero tú estuviste un año alimentándote de ella! Y Opala... ¡Ni siquiera fue ella quién bebió! ¡Pordrías haberte equivocado y lo sabes! Te has jugado la vida de mi hija, Miguel..."

-"Opala tiene la sangre diferente al resto... La sangre de Nazaret corre por sus venas, y por ende, sus habilidades se desarrollarán antes que el resto de vampiros, aun siendo su madre una híbrida. No me he jugado su vida, Agatha, estaba casi seguro de esto desde que nació. Pero ahora, tenéis que huir de aquí, si Theodor viene, no podré detenerlo, no soy rival para él, aunque quiera plantarle cara."

-"Pues que venga. -habló la pelirroja cogiendo a su hija de los brazos de Miguel- Esta es ahora mi casa y no pienso moverme de ella."

-"¡No seas tonta, Agatha! ¡Te matará y cogerá a la niña!"

-"Tú lo has dicho, tendrá que matarme para tocar a mi hija. Miguel, estoy cansada de huir, de esconderme, de escudarme en Godfrey o en ti para estar a salvo. Me cansé. ¿Quiere venir? Pues que venga. Pero yo de esta casa, de mi casa, no me muevo, y te pido, como favor, que el día que aparezca, no interfieras. Mantente al margen."

-"Espero que tu decisión no salga cara, Agatha."

Así habló Miguel, y con las mismas, se marchó se aquel lugar, apenado, pues sabía que seguramente todo saldría mal, pero era la decisión de la pelirroja, y ante eso, él no iba a luchar.

El día transcurrió con normalidad, hasta que cayó la noche. Agatha estaba en el salón estudiando mientras la niña, ajena a cualquier mal, jugaba en su habitación, hasta que de golpe, dejó de hacerlo. Giró su mirada hacia el lado derecho, pues no estaba sola.

Sin embargo, no tuvo miedo, ni derramó una sola lágrima por estar en presencia de alguien desconocido, pues, aunque a ese señor no lo había visto nunca, en el preciso instante en el que traspasó la barrera de Artemisia, tuvo un vínculo especial con él, una conexión inexplicable que sólo la sangre podía entender. Theodor sintió lo mismo.

Miraba a esa niña, practicamente de la edad de Thorin, y podía verse a sí mismo, sus gestos, la profundidad de sus ojos, la forma en la que era capaz de desafiarlo sin tener ni un año de vida.

Se agachó para verla mejor, para mirarla fijamente con más detenimiento. Levantó levemente su mano, para acariciarla, pero el grito de una mujer tras él lo hizo reincorporarse. Era Agatha.

-"¡No la toques! -exclamó ella- ¡No te permitiré que le hagas daño!"

Theodor dió unos pasos hasta tener a escasos centímetros a la pelirroja, haciendo que ésta retroceda hasta dar con la pared, quedando arrinconada. Entonces su antiguo amo habló:

-"¿Hasta cuando pensabas qué ibas a poder ocultarme tu pequeño secretito, Agatha? ¿Pensabas que jamás me enteraría? ¿Qué soy estúpido? -la miró fijamente hasta hacerla temblar invadida por el miedo- Tiemblas. Estás aterrorizada. ¿Crees que te voy a hacer algo?"

-"No tengo miedo por mi."

Theodor retrocedió varios pasos, dejando a la híbrida "libre", y miró a la niña.

-"No soy el tipo de monstruo que crees. Nunca le haría daño a mi sangre. No soy mi padre. -la tensión en el ambiente era palpable. Agatha seguía apoyada en la pared, incrédula ante la falta de venganza de Theodor por haberle ocultado que tenía una hija. Entonces el vampiro suspiró y habló- Darla quedó embarazada al poco de irte tú, entiendo que la niña tiene la misma edad que mi hijo. -volvió a mirar a la pelirroja- Puedes estar tranquila, no la voy a apartar de tu lado, aún, es muy joven, pero llegado el momento, esa niña necesitará descubrir sus habilidades, y entonces, quieras o no, vendrá conmigo. -caminó hasta la puerta para irse, aunque se detuvo cuando llegó al mismo nivel que Agatha, y la volvió a mirar descaradamente- Por cierto, te queda bien el pelo largo."

-"¡Opala!- exclamó la híbrida ante el piropo de Theodor- Así se llama tu hija."

-"Miguel siempre en medio... ¡Qué novedad!-dijo el vampiro mientras se iba, dejando solas a madre e hija en aquella habitación.


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