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  • Foto del escritorLadynoell

Capítulo 22

Faltaba poco para el amanecer, y Agatha estaba inquieta, los chicos aún no habían regresado, y temía por lo que les pudiera pasar. Daba vueltas alrededor de la entrada, cual pajarillo encerrado en una jaula. Miraba el reloj, pasaban los minutos y nada.

Su nerviosismo aumentaba conforme la aguja del reloj iba avanzando, hasta que, finalmente, escuchó el coche llegar.

Por la puerta entraron Theodor, Miguel, y Godgrey, y cubiertos aún con la sangre de los pobres desgraciados, a los que les llegó su trsite final.

-"¡Estaba preocupada! El alba está próximo... -dijo Agatha acercándose a ellos- ¿Estáis bien?- preguntó confundida al ver toda la sangre más de cerca

-"No es nuestra..."-soltó Miguel refiriéndose a la sangre tras la pregunta de Agatha

Ésta lo miró descolocada, no sabía quién era, pero no se atrevió a preguntar nada más.

-"Él es Miguel, -aclaró Theodor- mi vástago, a partir de ahora vivirá en esta casa. Ella es Agatha,- continuó con las presentaciones- nuestra híbrida..."

-"A la próxima vez podrías venirte con nosotros, te lo pasarás bien..."-dijo un Miguel burlón

Ante el cachondeo, Godfrey rodó los ojos y caminó hacia las escaleras -"Voy a quitarme la puta sangre..." -soltó mientras las subía, a lo que Miguel se quedó mirando, y decidió ir tras él.

Ante este acto, Theodor y Agatha quedaron solos en el rellano, y el amo, se acercó a ella sutilmente, acariciendo sus brazos, erizando su piel, y le susurró:

-"Si quieres puedes venir conmigo a la ducha, te prometo que lo pasarás bien..."

Agatha cerraba los ojos, ¿realmente quería? Pero no tuvo mucha opción a elegir, pues su amo la agarró por el cuello y la besó intensamente, haciendo que la pelirroja saboree la sangre que rodeaba sus labios. Llevaba muchos días sin beber sangre humana, y eso provocó en ella una excitación que la arrastró nuevamente a los brazos de su señor...

Mientras, en la planta de arriba, Godfrey dió media vuelta y encaró a Miguel.

-"¿Me estás siguiendo, imbécil?"-le preguntó

-"¿Yo? Que cosas tienes, Godfrey... -le contestó- Oye, la chica de esta noche, ¿no te recordaba a nadie? Tan blanca de piel, tan rubia... Ains... El amor... En fin, voy a quitarme esta sangre."

Sugerido el recuerdo, Miguel siguió su camino, dejando a Godfrey clavado en el suelo, apoyado en la barandilla de la propia escalera. -"Mierda..."-soltó para sí mismo...


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AÑO 1634, SUSSEX, INGLATERRA


El sol estaba en su punto más alto, cuando Godfrey llegó a su casa cargado de leña. La soltó cerca del establo, y se limpió con el puño el sudor que le caía de la frente. A lo lejos salía de la casa Mirah, quién se acercó rápidamente a su marido.

-"Hoy se te hizo tarde, amor."-le dijo ella

-"Me he entretenido de más recogiendo leña, pero ya soy todo tuyo, bueno, vuestro... -la besó tiernamente mientras acariciaba la barriga de su mujer, en un estado de embarazo ya avanzado - ¿Cómo habéis pasado la mañana?"-le preguntó mientras caminaban hacia la casa

-"Como siempre..."

-"¿Se ha movido mucho hoy?"


-"No para de moverse, me deja exhausta."-dijo Mirah con cierto cansancio en la mirada

Godfrey se agachó y acarició la barriga, saludando a su bebé, mientras su mujer comtemplaba desde arriba la bonita escena. Finalmente entraron en la casa. Sobre la mesa principal había un variado de legumbres, verduras, pieles, carnes y pescados. Godfrey se acercó para ver todo bien, mientras Mirah quedó unos pasos atrás.

-"Es todo lo que he podido recoger y comprar, no tenemos más."-le dijo ella

-"Debería haber más de nuestra propia cosecha... -se giró hacia ella- Mirah, si nos siguen robando no vamos a tener suficimentes alimentos para pasar el invierno. Me va a tocar hacer guardia cuando no tenga que trabajar o salir a cazar..."

-"¿Hacer guardia?- expresó Mirah con cierto tono de alteración- Ya pasas mucho tiempo fuera de casa, y yo también te necesito, ¡te necesitamos! Sabes que el embarazo está muy avanzado y yo no estoy bien del todo..."

-"Paso tiempo fuera de casa porque trabajo, porque salgo a por leña, a pescar, a cazar... ¿O crees que no me gustaría estar más tiempo aquí? -la miró fijamente y continuó- Ordeno todo esto y salgo a vigilar."

-"¡No!-exclamó- Yo... -suspiró tocándose la tripa- Yo sólo sé que te necesito... Por favor, quédate aquí. Te necesito... De verdad..."

Godfrey la miró, respiró profundamente expulsando el aire de sus pulmones de una forma exagerada, y asintió con la cabeza.

La noche se metió pronto con el frío, y ambos estaban ya acostados en la cama, pero algo perturbó el sueño del rubio, pues, a las afueras de la casa, pudo escuchar cierto movimiento. Dió un salto, y, sin nisiquiera cambiarse de ropa, salió por la puerta, dejando a Mirah sola en la cama.

Todo estaba oscuro, apenas veía nada, y hacía muchísimo frío, pero estaba seguro que haber oído algo, y no iba a perder la oportunidad de cazar a quién le robaba la comida.

-"¡¿Quién anda ahí?!"- gritó ante la impotencia de no ver nada tras dar varias vueltas alrededor del huerto

Pero nadie contestó. Cuando al fin decidió volver al interior de la casa, escuchó un ruido, algo se movía entre los árboles más cercanos, y, apesar de que iba descalzo, y estaba temblando por el frío, decidió ir a mirar. Nuevamente, no había nada. Pero volvió a pasar, el mismo ruido unos metros más lejos, estaba claro que el ladrón estaba jugando con él, y no iba a permitirlo.

Cuando vino a darse cuenta, estaba cerca de la costa, bastante retirado de casa; los pies ensangrentados, llenos de cortes por no llevar calzado; la piel totalmente erizada, casi al borde de la hipotermia, pues, a pesar de que no era invierno, en Inglaterra, las noches de otoño son también muy duras, con temperaturas demasiado bajas.

Se echó las manos a la cabeza y gritó, gritó ante la desesperación de ver cómo estaban jugando con él, y hasta dónde lo habían apartado. Tras aquel desahogo, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, "¡Mirah!" pensó, y rápidamente echó a correr para regresar a casa.

De lejos, podía ver cómo la puerta de su casa estaba entre abierta, y corrió a su interior, dejando el rastro de sangre de sus propios pies. Sus peores temores habían ocurrido. En el salón yacía su mujer, tirada sobre la fría madera, cubierta de sangre.

Se agachó para intentar reanimarla, pero era inútil, estaba fría a pesar del poco tiempo que había pasado. Pasó su mirada sobre su cuerpo, mirada cubierta de lágrimas, pues por dentro sentía una impotencia abismal, el hecho de pensar que habían estado jugando con él para acabar así con su mujer y su hijo... ¡SU HIJO! Reaccionó ferozmente cuando vió que habían rajado a su mujer para llevarse a su hijo, ¡QUIÉN HARÍA ALGO ASÍ!

-"Pobre mujer... qué trágico final. Nadie merece acabar así..."-dijo una voz desconocida a pocos metros de él, pero dentro de su misma casa

Godfrey levantó la mirada, aunque le costaba ver por la cantidad de lágrimas que caían por sus ojos, había alguien sentado en su mesa, tan tranquilo...

-"¡¿HAS SIDO TÚ?!-gritó desesperado el rubio sin soltar de sus brazos el cuerpo sin vida de su mujer

-"No.-dijo aquel misterioso hombre que aún se ocultaba sobre la oscuridad de la habitación- Pero sé quién ha sido. Levántate, deja de llorar, y véngala."- tras estas últimas palabras, se levantó, acercándose a Godfrey y dejándo ver su rostro...

-"El bebé..."-murmuraba entre lágrimas ante aquella desgarradora escena

-"Se los comen, son auténticos monstruos... Yo y los míos vamos tras ellos, para darles caza..."

-"¿Ellos? ¡¿Quienes?!"-exigió Godfrey ante Theodor, para la sorpresa y el gusto de éste

-"Lobos. Véngala, ven conmigo. Te haré fuerte, tanto que podrás acabar con todos."

-"Pero no puedo dejarla aquí... Merece al menos un enterramiento digno..."

-"Mis hombres la enterrarán, esperan fuera nuestra salida..."-le contestó Theodor

Godfrey miró aterrado nuevamente el cuerpo de su mujer, al mismo tiempo que miraba a aquel extraño, ofreciéndole esa venganza que tanto necesitaba en aquel momento, se levantó, se restregó las lágrimas para aclarar su rostro y ver con mayor claridad.

-"Dime, ¿qué he de hacer?"-le preguntó a aquel hombre extraño

-"Tan sólo debes darme tu lealtad eterna..."

-"¿Mi lealtad eterna?- lo miró extrañado ante aquella pregunta- ¿Qué eres?"

-"El futuro..."-sonrió

Tras aquella sonrisa, tras aquel gesto, había algo más oscuro, algo que Godfrey en ese momento ni siquiera imaginaba. Lo agarró del cuello, y le mordió, expulsando sobre su torrente sanguíneo una bacteria que haría cambiar, y mutar todo su organismo, aquello le convertiría en un vampiro...


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A la mañana siguiente, retrocediendo dos mil años, Lucius se encontraba encerrado en una de las estancias de la domus. Sobre la mesa, mil papeles y documentos propios del manejo de la ciudad, de la cual se encargaba él cómo General, y sobre su cabeza, una ejecución pendiente, la de Sextus.

Ava entró, llevaba puesto un precioso vestido, largo y morado, que hizo que Lucius, por un momento, olvidara todo lo que tenía en la mente, pues su mirada, quedó clavada sobre ella, una mirada penetrante, una mirada que hablaba pos sí sola. Una mirada que era capaz de arrancarle el vestido y poseerla sobre todos aquellos documentos y pensamientos que le atormentaban. Ava se acercó a él.


-"Tan temprano y ya encerrado entre papeles...-le dijo ella mientras se sentaba sobre todo aquel lío- ¿Porqué no salimos a pasear? Llevo días encerrada aquí, y necesito algo de movimiento para perder los kilos que he cogido."

-"¿Kilos? Yo te veo perfecta.-le comentó él con aquella mirada devoradora- Podemos salir, o... Podemos quedarnos aquí, y perder peso de otra forma..."

Ava se mordía el labio, lo deseaba, y algo en ella necesitaba ese contacto, notar ese sudor con su General, ese choque de cuerpos...

Pero, de repente, Verina, la esclava, entró.

-"Mi señor, lamento interrumpir. Su hermana le espera."

-"¿¡Mi hermana?!"-exclamó él, quién se levantó de un salto de la silla y salió a recibirla, dejando atrás a Ava

Alypia lo esperaba junto con Aurelius, el soldado que la visitó días atrás, quién al ver a su General, hizo un gesto de reverencia e intentó explicar la situación, pero Lucius le frenó con la mano, sólo importaba su hermana para él, y ésta, al verlo, corrió a sus brazos, y lo abrazó fuertemente.

Salieron a pasear por las inmediaciones de la domus, y Lucius le contó todo lo que había ocurrido en su ausencia: la aparición de Ava, la sentencia de Sextus...

-"Ahora dime que te ha hecho Tito para que hayas regresado, -le dijo serio Lucius, mirándola fijamente- ¿te ha hecho daño? Porque lo mato."

-"¡No! Todo está bien, es sólo que... Te necesitaba."-se explicó ella cabizbaja

Lucius, quién la conocía perfectamente, y tenía mucha más experiencia que ella, no se creía nada, sabía que algo había pasado, pero de nada le servía preguntar a su hermana, era una niña mimada y muy tozuda cuando se lo proponía, y sus caprichos siempre acababan de la misma forma.

-"Hermano... -continuó Alypia para cambiar de tema- Has dicho que has condenado a Sextus, ¿crees que podría verlo antes del próximo amanecer?"

-"¿No tuviste suficiente con lo que te hizo, Alypia, que ahora quieres verlo? Realmente, no sé a qué juegas a veces..."

-"Sólo quiero despedirme, no juego a nada. Por favor..."

Lucius asintió. Era consciente de que estaba siendo manipulado por su hermana, pero, ¿qué podía hacer? Era su consentida, su sangre, su única familia.

Alypia se desplazó a los calabozos, junto con su hermano, aunque éste la esperó fuera, y entró ella sola. Ante ella, y tras los fríos y oxidados barrotes, un sextus devastado, hundido, magullado, completamente desnudo, pasando sus últimas horas encerrado entre cuatro paredes.

-"Hola..."-comenzó Alypia de una forma muy tímida

Sextus levantó la cabeza, reconocía esa voz, era Alypia, pero rodó los ojos, no le gustaba que nadie lo viera así, aún así, se acercó a ella.

-"¿Qué estás haciendo aquí? ¿No te habías ido con el General Tito? ¿O ya te has dado cuenta de que él no te... llena?"

-"Vine a despedirme de ti, pero si empiezas así, me marcho."-le replicó ella

-"No... No te vayas...- dijo el rubio apoyado en los barrotes, visiblemente hundido- Te he echado de menos, y volvemos a vernos, ¡mira en qué circunstancias!"

-"Has provocado a mi hermano, y has matado gente por el camino..."

-"Pssss...-soltó Sextus- Tu siempre defendiéndolo... Defendiéndolo a él, y echándome mierda a mi... Y por tu culpa, ahora, moriré con una fama que no me corresponde, que no es mía. -le dijo subiendo el tono- ¡Sextus el acosador, me llamarán! ¡Cuando lo único que hacía era seguir los pasos de una maldita niña consentida, mimada y asqueada de la vida! ¡Me has mareado durante años! ¿Para qué? Para acabar con la polla de un General entre las piernas..."

-"¡BASTA!-le gritó Alypia- ¡No voy a consentirte que me hables así! Sólo buscaba despedirme de ti, hacer bien las cosas, pero mira, hasta aquí hemos llegado, Sextus..."

-"¿Quieres hacer bien las cosas? ¡Dí la puta verdad! ¡Cuéntale a tu hermano que eras tú la que me buscabas, la que me deseabas!-suspiró profundamente y tomó aire más calmado- No dejes que mi recuerdo sea malo, Alypia..."

-"Yo... -dijo Alypia con los ojos aguados por la situación- No puedo."- se dió media vuelta y salió de aquel lugar, dejando a Sextus gritando su nombre una y otra vez...

Corrió rápido dejando atrás a Lucius, quién la vio salir llorando de allí, y la siguió. Llegaron a la domus y la joven, más rápida que ninguno, se encerró en su habitación, mientras Lucius intentaba mantener la calma a las puertas de allí, para no dar una patada a la dura madera y derribar aquella puerta que los separaba. A lo lejos estaba Ava, quién se acercó viendo la situación.

-"¡No debí haber accedido a que viera a Sextus!-le dijo Lucius a Ava mientras ella se acercaba

-"Cálmate...- soltó Ava mientras le acariciaba- Voy a hablar yo con ella, ¿vale?"

Y así hizo, golpeó la puerta con dulzura y entró, cerrándola a su paso. La estampa era Alypia llorando sobre la cama, desconsolada.

-"Vete, - le dijo la joven a Ava rápidamente- no te conozco de nada."

-"Lo sé, no nos conocemos, soy Ava, supongo que tu hermano te habrá hablado de mí... -Alypia asintió con la cabeza- Lucius puede ser muy seco, y tener poco tacto a veces, pero si quieres, conmigo te puedes desahogar. Podemos ser amigas."

Ante la cercanía que le otorgaba Ava, Alypia se limpió como pudo las lágrimas, y se sentó sobre la cama, con la cabeza baja. Ava la acompañó.

-"Cuéntame, Alypia, ¿qué ha pasado?"

-"Quise despedirme de Sextus, antes de... -cerró los ojos, una lágrima volvió a caer sobre sus blanca mejilla- Ya sabes. Estoy enamorada de él desde que le conozco, y era algo mutuo."

-"Tenía entendido que te acosaba..."

-"No es verdad. Eso me lo inventé porque hace dos años, mi hermano nos pilló en el establo, a punto de tener relaciones íntimas, y yo, por miedo a su reacción, a un posible castigo, dije que me estaba forzando."

-"Tu hermano jamás haría nada que te perjudicara, Alypia. Y mentir así sobre alguien, no está bien."

-"Lucius siempre ha sido muy duro y protector conmigo, supongo que eso hizo que me aterrada la idea de una posible represalia... -suspiró- Pero ya da igual, todo lo hago mal. Mañana Sextus será ejecutado, y yo tendré que volver con Tito..."

-"Alypia, no van a ejecutar a Sextus por lo que hizo hace dos años, sino por sus acciones actuales, y si no eres feliz con Tito, dilo, tu hermano te protegerá como ha hecho siempre..."

-"Lo sé. Pero siento que todo lo he hecho mal, que Sextus va a morir con una carga que no le corresponde, que no soportaría que algo le pudiese pasar a mi hermano por no volver con Tito..."

Una vez más, se derrumbó, pero Ava, consciente de todo, y con una mente más abierta que el resto, apoyó su brazo sobre Alypia, recogió los mechones que le caían y tapaban la cara, y habló:

-"Tu hermano, es el hombre más fuerte y valiente que jamás he conocido, no va a pasarle nada. Ahora sal, y dale un abrazo, porque lo has dejado muy preocupado. -se miraron, Ava sonrió, y Alypia la abrazó


Y así hizo la joven, salió, buscó a su hermano, el cual se encontraba en la sala común, y sin decir nada, lo abrazó. Lucius miró a Ava, sabía que esto era cosa suya, no pudo más que agradecerle con la mirada y una sonrisa, mientras le devolvía el abrazo a su hermana.


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