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  • Foto del escritorLadynoell

Capítulo 20

En Henford Bagley todos los amaneceres eran únicos y especiales. Los primeros rayos de sol se colaban tras una de las colinas más altas, formando un contraluz entre el día y la noche, digno de fotografía, sin duda. Junto con el afluyente del río, soplaba una ligera brisa, acompañada del chaporroteo originado por los peces que allí habitaban. Esa brisa, movía las copas de los árboles formando una melodía que hacía, sin duda, único aquel pintoresco pueblo. Miguel se apoyaba, cada mañana, en uno de los árboles, a las orillas del río, y contemplaba, feliz, aquella maravilla que se le privó durante tantos siglos. ¿Era feliz? Sí, lo era, y cada segundo que observaba aquel paisaje respiraba profundamente y sonreía. Esta vez, incluso, una lágrima rodó por su fino rostro. ¿Qué más podía pedirle a la vida?

Más tarde entraba en casa, y allí estaba ella, con una sonrisa, siempre sonriendo aquella pelirosa que le había devuelto las ganas de vivir. Mientras ella tomaba su desayuno, Miguel le hacía el trabajo más duro con la granja, para más tarde acabar mano a mano con las últimas labores. Tecna le enseñaba todo, al mismo tiempo que reía, pues Miguel era bastante quejica a la hora de ponerse a hacer algo -"¡para lo que me he quedado!"- le decía siempre, lo que provocaba una situación pintoresca y divertida entre ambos.

Tras el trabajo, tocaba bajar al mercado del pueblo a vender todo lo producido. Miguel acompañaba a Tecna y la observaba atentamente, la forma que tenía de ganarse la vida, lo duro que trabajaba para tener algo tan modesto, y sentía orgullo, ¡esa era su chica!

Así día tras día, desde que renació. Pero hoy era diferente. Miguel prometió a Tecna que la ayudaría a descubrir quién era ella, su verdadera naturaleza, y sólo podían acudir a una persona.

Llegaron en coche a una cabaña, bien escondida entre los bosques, pasada la frontera con Alemania. Una niebla extraña rodeaba aquella pequeña casa, como si de algún tipo de magia se tratase. Tecna estaba frente a ella encogida, realmente sentía temor, pues aquella oscuridad chocaba con su propia luz y le hacía sentir extraña, confundida.


Miguel apoyó su brazo sobre su hombro más lejano, y le hizo un gesto para avanzar, pues ella los estaba esperando, y así hicieron.

Miguel entró primero, dejando unos pasos atrás a Tecna, para asegurarse que ambos eran bienvenidos.

-"No seais tímidos, -dijo Artemisia mientras se aproximaba a ellos una vez dentro de su salón- os estaba esperando."

-"Venimos por..."-empezó Miguel la frase, aunque la bruja le hizo un gesto para que dejase de hablar, y andó hasta quedar enfrente de Tecna.

-"Hacía tantos siglos... ¡milenios! Que no veía a una cómo tú..."-le decía Artemisia mientras la rodeaba observándola

-"¿Una cómo yo? -preguntaba la pelirosa- Hemos venido precisamente a eso, para que nos digas qué soy..."

-"Lo sé... Sé a qué habéis venido, niña"

-"Pues deja de dar vueltas sobre ella y habla."- dijo un cortante Miguel

La bruja lo miró, desafiante, y habló:

-"¿Tienes prisa, Miguel? Pues no deberías. Mírate, has sido el gran beneficiario, si tu antiguo amo te viera... -sonrió- Pero fíjate, niña, estás temblando, no tengas miedo, pues no voy a hacerte daño. Dime, ¿la has visto a ella, a la reina?"

-"Dijo que era mi madre, y que tenía hermanas..."

-"Así es. Al principio de los tiempos, nació ella, Menphis, tu madre. Hija de un Dios, considerada una deidad más, única dónde las haya, pues no existían más cómo ella. Durante años fue perseguida por su dulzura y su belleza, siendo objeto de deseo continuo por otros dioses y mortales. Dicha obsesión por ella determinó la creación de vuestra especie, pues Menphis quedaba embarazada continuamente. Habitábais bosques, ríos... La naturaleza era vuestro hogar. Pero cuántas más érais, más oscuridad acechaba, pues los instintos en los hombres son primitivos. Os daban caza como trofeo, para gozo personal, os enecerraban, torturaban... ¿Necesitas qué siga? Finalmente, la especie se vió casi extinta, y Menphis tomó una drástica decisión, exiliaros en un plano astral paralelo. Desde ese momento, Menphis sólo cruza la penunbra para reproducirse, aunque cada vez se la ve menos, pues no nacía ninguna niña con el don desde hace más de quinientos años."

-"¿Sólo niñas?"-preguntó muy interesda Tecna

-"Ningún varón es digno de vuestra magia. Cuando el bebé nace de ese sexo, Menphis se encarga de él. Sin embargo, cuando nacen niñas, aunque no posean el don, las deja vivir, eso sí, en este plano terrenal. Sólo se queda con las pocas que nacen como ella, y tú, niña, has despertado ahora, por la lujuria descontrolada de un vampiro... Y tu madre no hace más que reclamar lo que es suyo."

Tecna quedó en silencio un breve periodo de tiempo, necesitaba similar toda la información que le acababan de dar...

-"¿Y mi padre?"- preguntó finalmente temerosa

-"Ningún hombre vive después de estar con ella..."-le dijo de forma forma bastante fría la bruja

La pelirosa tomó aire y miró a Miguel, éste le devolvió la mirada de complicidad, pues no estaba sola, y necesitaba decírselo de alguna forma.

-"¿Qué soy entonces?"

-"Niña... -respondió la bruja revoloteando sobre ella- Eres dulzura, eres belleza, eres pasión, eres vida, y la vida te llama, te recibe con los brazos abiertos. El bosque es tu hogar, escuchas hablar a los árboles, cantar al viento... Tecna, hija de Menphis, primera ninfa, diosa de la fertilidad y la vida, que tu luz nunca deje de brillar."

Miguel automáticamente miró a Tecna, estaba petrificada, muy despacio, ésta, giró su cabeza hacia el vampiro, no sabía muy bien cómo reaccionar, si su naturaleza era algo bueno o no. Una parte de ella buscaba una respuesta en los ojos de Miguel, aunque éste también estaba asimilando lo que aquello supondría. Desorientada, salió de aquel lugar, corriendo,sin mediar palabra, dejando atrás todo.

Una vez fuera, siguió corriendo, saliendo de la magia que protegía aquella cabaña, y acabó a las orillas de un río. Agotada, cayó al suelo, cerró los ojos, y respiró profundo. Algo en su interior se movía cada vez que el viento sacudía las ramas de los árboles, estaba sintiendo la magia de la que hablaba Artemisia, y no sabía si era una magia buena o no, pero si algo tenía claro, es que no cruzaría ningún plano astral, Henford Bagley era su hogar, su vida, y no se iba a mover de allí.

Mientras, dentro de la cabaña, quedaron Miguel y Artemisia, uno frente al otro.

-"No has venido sólo por Tecna, -comenzó la bruja a hablar- de lo contrario, ya habrías salido corriendo tras ella. Habla, Miguel."

-"Es por Agatha, está embarazada. Aún es pronto, pero en breve ese bebé tendrá conexión con su padre, lo llamará, y quiero impedirlo. Tienes que ayudarla."

-"Mírate... ¿Te recuerda a ella, verdad?"

Miguel agachó la cabeza, debía intentar no entrar en una disputa por el bien y el futuro de Agatha, pero le dolía. Aún así, con la cabeza fría, contestó:

-"Me hubiera cambiado por ella, pero no pude, me lo impidieron. Vi arder a mi hermana, condenada por falsa brujería, y no voy a permitir ver arder a Agatha, no lo voy a permitir. Su caova me recuerda tanto a ella..."

-"Podría retrasar ese vínculo padre-hijo, pero sería solo algo temporal, tarde o temprano, ese bebé buscará a su padre, y no habrá magia que pueda impedirlo."

-"Cuando eso suceda, yo estaré ahí, y estaré preparado. Lo juro."-dijo muy seguro de sus palabras Miguel

-"Perfecto, realizaré el conjuro en cuanto salgais de mi propiedad, eso sí, nada es gratis, Miguel DeCastro... Toma asiento, porque tenemos que hablar del pago. -Miguel obedeció y la bruja hizo lo mismo con una silla que tenía frente a él, y entre ambos, un escritorio lleno de cartas y especias varias- Dime, ¿eres feliz siendo libre? ¿Sin las garras de tu amo constantemente sobre tu cuello?"

-"Por supuesto, es lo que quería desde hace años..."

-"Pues lamento comunicarte, Miguel, que te va a tocar volver con él..."

-"¡¿Cómo dices?! ¡Ni loco vuelvo allí! ¡Me ha costado años conseguir mi libertad! ¡AÑOS! ¡Y no pienso desperdiciarla por un pago!"

-"¡¿Acaso piensas que te estoy pidiendo volver por un capricho mío?! ¡SE AVECINA UNA GUERRA! ¡Lo sabes perfectamente! ¡Si Sauron consigue despertar a Nazaret estamos perdidos! ¡El mundo arderá! ¡Las especies morirán sin control alguno!"

-"Tú puedes ver el futuro, dime qué ves... ¿Ella consigue despertar?"

-"El futuro que yo veo puede no ser certero, pues una acción, por ínfima que sea, no prevista por mi ojos, puede alterar el curso de todo. Nos ha tocado vivir una vida larga y acomodada, Miguel, pero en el futuro estamos todos, y no será tan placentera si no ponemos de nuestra parte. Y tú, vampiro, tienes un papel muy importante a desarollar, así que cierra el pico y escucha con atención lo que voy a contarte, porque cada paso que des, será el pago por el bienestar de Agatha, y también del entorno que conocemos."

Miguel cerró la boca, y escuchó con atención, pues ahora mismo todo estaba en juego.

Más tarde, acordado todo con Artemisia, Miguel salió y se dirigió al coche, donde lo estaba esperando Tecna, apoyada en él.

-"Si que has tardado..."-le dijo ella que ya llevaba un buen rato esperando

-"Estaba viendo lo de Agatha, pero ya está todo solucionado."

-"Pues no traes muy buena cara..."

Miguel la miró, no dijo nada. Sacó las llaves de su bolsillo, abrió el coche, y se montó. Tecna sopló mientras miraba todo a su alrededor, ¿de verdad no iban a hablar? Ella necesitaba desahogarse, saber más, pero poco más podía aportarle el vampiro, pues jamás se había cruzado con ninguna como ella, y nunca había leído o escuchado nada acerca de su especie. Miguel se percató del gesto de la de rosa, y no le quedó más remedio que calmarla:

-"Sube, te prometo, que buscaré información, libros, lo que sea que te pueda ayudar..."

Finalmente subió al coche.


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Los días transcurrieron con normalidad durante los siguientes dos meses en Henford Bagley. Por el día, Miguel iba a su antigua casa, aquella escombrera donde lo encontró Theodor, y poco a poco la fue reformando, hasta que finalmente, y con ayuda de las chicas y Kenai, la dejó lista para que Agatha viviera allí, junto con su bebé cuando éste naciera.

Por las noches, mientras Tecna dormía, se vestía, y hacía el amago de ir al coche, pues debía volver con su antiguo amo, pero no podía, algo dentro de él no quería volver a aquel lugar, algo dentro de él sabía que aquel pago no estaba bien moralmente. Así pues, daba media vuelta y volvía a casa. Otra noche más sin cumplir su deber...

Pero, el trato con la bruja estaba realizado, Agatha vivía *feliz* en su nueva casa, y ese bebé que ya debería haber estrechado un vínculo con su padre, no lo había hecho, por lo que tarde o temprano tenía que cumplir su parte. Indeciso y desesperado, se tumbó en el sofá bajo la atenta mirada de Kira, que siempre estaba observándolo.

-"¡Déjame en paz, chucho!"- le dijo cabreado consigo mismo Miguel

-"Con mi perra no pagues tus mierdas."- le dijo una Tecna en pijama, recién salida del dormitorio

-"Pensaba que estabas durmiendo..."

-"Lo estaba, hasta que has llegado haciendo ruido y gritándole a Kira. -Tecna se acercó a él y le dió un golpe para que se sentara bien en el sofá, entonces ella también tomó asiento- Cada noche igual desde que fuimos a ver a aquella bruja, dime, ¿qué coño ocurre?"

-"No puedo contartelo, pero, digamos, que por darle margen a Agatha, yo me he puesto la soga en el cuello."

-"¿Es por algo que te ha pedido hacer? En estos meses, me has contado mil batallitas, y algunas eran... Escalofriantes, sin duda, ¿no habrás hecho cosas peores que la que te pidió? Y encima, es algo por un bien mayor, por tu amiga, ¿no lo harías por ella, por duro que sea?"

Miguel la miró y torció el morro, pero al mismo tiempo, dió un salto del sofá y volvió a coger las llaves del coche.

-"Tienes razón. Vuelve a la cama, descansa, yo volveré temprano, espero."

Tecna se levantó y le dió un beso em la mejilla, un beso que significaba "ten cuidado", un beso que significaba "te quiero", un beso que significaba "no te olvides de ayudarme a mí también".

El vampiro salió por la puerta, rumbo una vez más al coche, pero esta vez decidido, esta vez sin miedo.

Tras un par de horas en la carretera, llegó al que hasta hace meses, era su hogar, y decidido, y bajo la atenta mirada de todos los allí presentes, entró.

Se dirigió derecho al despacho de Theodor, y sin molestarse en llamar, cruzó la puerta. Allí estaba él, sólo, metido en sus libros antiguos y sus pergaminos. Levantó la mirada y lo vió, a él, a su vástago, al que creía muerto, por el que había llorado en silencio.

Soltó de las manos todo lo que tenía y se levantó, sin quitarle la vista de encima. Paso a paso, cada vez más cerca. Miguel lo miraba, sin saber exactamente si iba a darle un abrazo o simplemente iba a saludar. Pero ninguna de ambas cosas, pues, en cuanto lo tuvo en frente, cerró el puño, y le dió con todas sus fuerzas en la cara, haciendo que éste cayera de rodillas al suelo.

-"¡HIJO DE LA GRAN PUTA! -gritó como un loco Theodor- ¡DESAGRADECIDO! ¡CÓMO TE ATREVES A PRESENTARTE ANTE MI VIVO!"

-"Yo también me alegro de verte."- le dijo Miguel mientras se levantaba y recobrada la compostura

Theodor dió media vuelta, y se paró detrás de su escritorio, pero se mantuvo en pie.

-"¿A qué has vuelto después de tanto tiempo?"

-"He... Estado de retiro espiritual. Pero aquí me hayo, frente a ti, libre."

-"¿Qué pasó?"-preguntó Theodor refiriéndose a la desvinculación

-"Morí. Pero el destino me ha dado una segunda oportunidad, el destino me quiere vivo, y al renacer, era libre. No tengo nada más que contarte, y no hay nada más que debas saber. -se sirvió en un vaso un wishkey que Theodor tenía sobre una repisa, y continuó- Ahora he vuelto, porque dejé algo pendiente, Sauron. No me he olvidado de él, ni del daño que puede hacer a nuestra comunidad, así que, y sin que sirva de precedente, vuelvo ante ti para ofercerte mis servicios, para decirte que no voy a dejar de buscar a ese desgraciado, y, que cuando lo encuentre, le arrancaré la puta cabeza de su cuerpo."

-"¡Wow!- exclamó Theodor fingiendo sorpresa por aquellas palabras- ¿Has pasado todos estos meses escribiendo ese diálogo? -Se sirve otro wishkey- Dime, ¿desde cuando a ti, sucio gusano, te importa nuestra comunidad? Siempre has sido un vividor, un arrastrado, no me creo nada de ti. Ahora vete, y no vuelvas a pisar mi casa, porque no eres bien recibido."

Ante la crueldad de aquellas palabras, Miguel se mordió el labio, no era el momento de entrar en una guerra con Theodor, y él lo sabía, así pues, dejó la copa de vino, y salió del despacho.

En la sala anexa, esperando, estaba Godfrey, que lo miraba sorprendido, pues todos lo daban por muerto, pero su cara denotaba una preocupación palpante, y no era otra que el estado de Agatha. A punto de abrir la boca para preguntar, apareció Darla, y éste se contuvo. Miguel la miró, y vió su nuevo estado, agachó la cabeza y salió de aquella casa, que durante tantos años fue su cárcel.


Cuando llegó al coche, frenó, se echó las manos a la cabeza, ¿de verdad algo de este absurdo plan podía salir bien? La reacción de Theodor era completamente lógica, estaba dolido, furioso, y, aún así, algo dentro de Miguel le decía que había sido benévolo con él.

Pero para su sorpresa, Theodor apareció tras él.

-"¿Tú sabes dónde está ella, verdad?" -le preguntó más relajado

-"Está bien, no necesitas saber más.- respondió Miguel dándose la vuelta y dejándose ver- He visto a Darla, al final lo ha conseguido, enhorabuena. -pero Theodor no respondió, sólo se miraban, y aquel silencio era bastante incómodo, así que Miguel continuó para salir del paso- ¿Alguna vez la has querido? ¿A Agatha?"

Theodor agachó la mirada, ando unos pasos, y más relajado, se apoyó en el coche y habló:

-"No. Hubo un tiempo en el que creía que sí, que la quería, incluso, la he echado de menos, pero han pasado los meses, y cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que no, que lo único que quería era no sentirme solo. Que me ardía el cuerpo cada vez que veía a Godfrey feliz, sonriendo, y mientras tanto yo estaba solo... No necesito que vuelva, sólo quería saber que estaba bien. Y tú, no te vayas si no quieres. Esta es tu casa, con o sin vinculación."

-"Gracias, supongo... Pero no me voy a quedar. Sólo había venido a decirte que cuentes conmigo, que voy a buscar a ese capullo de Sauron, y que lo traeré ante ti para que le cortes la cabeza, o hagas con él lo que quieras, pero este ya no es mi sitio."

-"Y como es lógico no me vas a decir en qué agujero estás metido... Ya veo..."

Miguel, en ese momento, cogió las llaves del coche, y cuando fue a entrar en él, se detuvo y pensó en ella. Le prometió a Tecna ayudarla, pero, ¿cómo? Theodor aún estaba allí, así que dió media vuelta y habló:

-"¿Has visto alguna vez una ninfa?"

-"¿Una ninfa? -devolvió la pregunta extrañado- ¿Para qué quieres saber acerca de ellas?"

-"Nada, curiosidad. El otro día leí sobre ellas, y ya sabes, nací curioso y así sigo."

-"Pues no. Nunca he visto a ninguna. Aunque también he leído sobre ellas... Deidades inferiores, creadoras de vida... ¡Vida! ¿Imaginas lo que podría aportar a cualquiera que beba de ellas?"

-"No... Para nada. Ni idea... -dijo un Miguel regocijado en su interior- Bueno, ahora sí me voy. Supongo que al saber que soy bienvenido me pasaré más a menudo, y si descubro algo de Sauron, te aviso."

-"El coche se queda. Es mío."- expresó serio Theodor refiriéndose al audi que llevaba Miguel

-"No, el coche me lo quedo que me lo he ganado por soportarte tantos años." -rieron ambos, hasta que finalmente Miguel se montó, y desapareció de allí.



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