Capítulo 19

Pasaron algunos días desde aquella noche...

Por un lado, en el clan de Theodor, tenemos a un Godfrey devastado, hundido... Apenas hablaba con nadie, apenas se alimentaba, y por ello le escaseaban las fuerzas, la energía... Los recuerdos le invadían, su vida humana volvía a llamar desde sus más profundos recuerdos: la sonrisa de su mujer; el aroma de su piel; lo fuerte y luchadora que era; sus ojos... Esos mismos que vio en su hijo. Ni su nombre llegaron a decirle... No era justo, no lo merecía... Cuando intentaba volver al mundo real, pasaba por la habitación de Agatha, pero no estaba, se marchó... ¿Cómo se encontraría? ¿Estaría bien?... Han pasado días y Theodor no ha preguntado por ella, lógicamente toda la casa sabe que no está, pero es extraño... O al menos eso pensaba el rubio...

Theodor no estaba mucho mejor. Aquel alba algo dentro de él se rompió, lo destrozó... Mil punzadas le atravesaron el corazón, lo desgarraron entero... Había perdido a Miguel, su primer vástago. Siempre habían tenido sus diferencias, Miguel era un vástago bastante cabezón y temperamental, solitario, extravagante... Pero lo amaba, era su hijo, ¿cómo no hacerlo? Llevaban juntos casi mil años y ahora simplemente no estaba... ¿Qué le habría pasado? ¿Algún lobo? ¿Bruja? ¿Sauron?... Si Sauron había matado a su hijo se vengaría... O eso era lo que pensaba Theodor, ya que la muerte, y la desvinculación, eran igual de dolorosas, y en ningún caso Theodor imaginaba lo que había ocurrido aquella noche... Que su vástago había sido al fin liberado de sus alas...

También tenía en mente a Agatha... ¿Dónde habría ido? Y sobre todo... ¿Porqué? Theodor se echaba las manos a la cabeza, no quería ver a nadie, no queía que nadie supiera que tenía ningún tipo de debilidad, él era el amo y señor de todos, el Dios de su especie, ¿qué pensarían si supiesen el gran dolor que sentía por la pérdida de Miguel? ¿Qué pasaría si supiesen que echaba de menos a Agatha? ... No, no podía permitirlo... Tenía que levantar cabeza, ser fuerte...

Darla siempre estaba revoloteando sobre él, obsesionada con el maldito linaje... No era lo que Theodor sentía en ese momento, pero estar con ella, poseerla, dominarla, le hacía crecerse, olvidarse de todo lo malo por un rato, y encima la tenía contenta para evitar escuchar su desagradable voz... No sonaba mal en realidad, de hecho era bastante sexy, pero a Theodor le explotaba la cabeza cada vez que la escuchaba... "a ver si así se calla" pensaba...

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Por el otro lado tenemos a la manada. John regresó con los lobos, hundido, no podía creer que Tecna eligiera a aquel vampiro antes que a él... ¡Ese vampiro que ha estado alimentándose de ella un año entero! Por más que lo pensaba no lo entendía... Pasaba los días encerrado, no quería salir, su aspecto cada vez estaba más desaliñado. Su cabeza daba mil vueltas, ¿porqué a él? Sentía la furia del lobo recorrer cada vena de su cuerpo, y recordaba que es el monstruo que es por intentar protegerla, por intentar dar caza a esa alimaña... ¡Ahhh! Su fuerza era incontrolable, lanzaba los muebles casi por inercia, daba golpes en la pared hasta hacerse polvo los nudillos, luego caía al suelo, cerraba los ojos y la veía a ella, su sonrisa, su precioso pelo rosa... Abría los ojos y veía la realidad... Pero no podía seguir así, debía cambiar su forma de actuar, de pensar... Ahora era un lobo, ¿no? Pues a olvidar el pasado, y centrarse en él mismo y su ser...

Siguiendo con la manada, después de ver a su padre, Viggo salió corriendo, no quiso saber nada de nadie. Por mucho que su hermano, Rudy lo llamaba y corría tras él, no quería, no podía... ¿Qué se supone que tenía que sentir? Su padre era Cassian, él lo crió, él lo educó, pero estaba demasiado enfadado con él, le mintió durante casi cuatrocientos años... Su padre biológico estaba estaba vivo, lo vio sufrir aquella noche... Pero era un maldito vampiro... Esa especie que tanto odiaban, esa especie con la que estaban en guerra desde antes de nacer él... En verdad nadie les había contado nunca el origen de esa enemistad, pero eso no importaba ahora, nada importaba. Sólo tenía un sitio donde refugiarse y alejarse temporalmente de la manada, la casa de su "novia" Ania, y allí se dirigió y allí permanece desde entonces...

Cassian marchó con Rudy a casa, estaba enfadado, furioso... ¡No deberían haber aparecido allí! Y por supuesto, ni una palabra podía salir de la boca del lobo, estaba más que avisado. Rudy notaba la decepción, no le quedaba otra que agachar la cabeza, era su alfa, le habían desobedecido, pero Viggo merecía conocer a su padre, aunque fuese un ser indeseable... No volvió a hablar, estaba callado, si el padre de Viggo estaba vivo... ¿El suyo también? Al final todos fueron "bebés recogidos" de la nada... Pero claro, visto lo visto... ¿Era eso cierto? ¿O sólo se trataba de Viggo?

Cassian era capaz de notar a Rudy distante, frío, pero no le dio importancia, él era el alfa de la manada, todo lo había hecho por el bien de su especie, igual no había sido el mejor padre del mundo, pero tenía su conciencia tranquila, les había dado todo, ¿qué mas podían pedir? Tarde o temprano, el lobo sabía que tenía que afrontar el tema, esta situación no podía prolongarse mucho, pero era mejor esperar al regreso de Viggo, más pronto que tarde volverá, es un lobo familiar, necesita de la manada, seguro volverá...

Por ahora toca centrarse, es sábado, había quedado con Kayla, la camarera, y la situación actual de la manada no iba a robarle ese momento de desconexión, ese momento que realmente necesitaba... En verdad le apetecía mucho tener esa cita, a pesar de todo lo ocurrido, cada vez que se acordaba que la vería se le escapaba una pequeña sonrisa y se le iluminaban los ojos... Pensaba en sus esbeltas piernas, en su piel suave y llena de detalles... Le volvía loco...

No había planeado nada, había estado demasiado ocupado, su cabeza no daba para más, pero vio la guitarra apoyada en una esquina de su habitación... ¡Cuánto tiempo hacía que no la tocaba! Y le vino a la mente la velada perfecta...

Se vistió bastante informal, al final, no era plan aparentar ser quién no era, ¿verdad? Cogió la camioneta que tenían aparcada unos metros de su casa, y fue a buscarla a la ciudad.

Justo a la hora que habían quedado, estaba Kayla, esperando en la puerta de su edificio, guapísima, con taconazos, vestido rojo... Igual ella pensaba que la llevaría a algún restaurante, comerían sushi... Pero Cassian tenía otros planes...

Aparcó la furgoneta, pitó desde dentro para llamar su atención, y salió, ésta, desde la distancia, le miró de arriba a abajo... "¿No se ha arreglado?" pensó, pero finalmente se acercó a él. Se montó en la camioneta, mirando a los lados, para asegurarse que nadie la viera subir a ese trasto, se sentía "extraña", nunca había montado en algo así, en algo que pareciera caerse a pedazos...

Una vez sentada, lo miró, inquieta, se tocaba el vestido para recolocárselo y simulaba quitarse polvo de encima...

-"Estás preciosa"-dijo el lobo mirándola fijamente

-"Yo pensaba que te arreglarias algo..."-dijo ella revisando su atuendo de arriba a abajo

-"Y yo he pensado que no iba a fingir ser quien no soy..."-dicho esto, la miró, le sonrió, metió primera y condujo hasta alejarse de la ciudad

Tras veinte minutos en la carretera, aparcó, no había nada, solo... ¿árboles? -"¿Dónde me ha traído?"-pensaba continuamente con cierto grado de nerviosismo... Encima todo estaba de noche, ni una triste luz, tan sólo la que pudiera dar la luna... Cassian se bajó del coche, Kayla aún permanecía dentro, cogió de la parte trasera un macuto y una cesta, y le dijo -"Ahora vengo, no salgas del coche".

"¿Qué ahora viene? ¿Me va a dejar aquí sola de verdad...?"-pensaba Kayla mientras su cita se alejaba

Tras unos pocos minutos, quince a lo sumo, apareció Cassian y le abrió la puerta, Kayla dio un pequeño salto en su asiento... -"¡Joder, qué susto!"-le gritó, pero Cassian sólo le sonreía. Bajó de la furgoneta, la cogió de la mano, y la guio hasta el lugar que había elegido para la velada.

En él, podía verse una hoguera de primeras, iluminando el entorno; unos farolillos que dejaban ver un mantel tirado en el suelo sobre un tronco; una cesta con comida: sándwiches, queso, pan, uvas, una botella de vino tinto...; y más allá de la visión de la luz, podía visualizar un pequeño estanco...

Todo estaba en silencio, incluso ellos, Cassian la miraba a ella, esperando una reacción, y Kayla quedó muda, con los ojos bien abiertos, sorprendida... No le salían apenas las palabras, intentaba decir algo y sólo vocalizaba un ligero tartamuedo. Cassian la agarró de la cintura, notaba su nerviosismo, y ésta, le abrazó... -"Gracias por esto"-le dijo mientras sentía sus cálidos brazos sobre ella.

Se sentaron sobre el mantel que el lobo había preparado y picaron algo, no mucho, pues sus miradas se cruzaban y se tenían más ganas de ellos mismos que de otra cosa. Finalmente dejaron de lado los alimentos, apenas los habían tocado, y se acurrucaron entre ellos. Cassian seguía sentado, y Kayla se recostó en sus piernas. Se miraban fijamente, les costaba hasta pestañear para no perderse nada el uno del otro...

-"Tus ojos,-dijo Cassian- tienen un brillo especial bajo la luna..."

Kayla sonreía, se encontraba feliz, inesperadamente, la cita le estaba gustando más de lo que imaginó al principio de la noche. Le acariciaba la cara, señalaba sus grandes facciones con la yema de los dedos. Cassian entonces se recostó para estar a su altura y esta vez, ella fue quién se incorcopó para verle también los ojos...

-"Los tuyos también tienen un color especial...-le dijo- Esa cicatriz... ¿Cómo te la hiciste?"

-"Una pelea..."

-"Parece la señal de una enorme garra..."

-"Y lo es."

-"¿Te peleaste con un oso o algo?"

-"Un lobo, enorme..."

-"Vaya... ¿Eres cazador? -preguntó sorprendida- No me gusta ver sufrir a los animales..."

-"No. Pero a veces es inevitable librar ciertas batallas..."

Cassian se notaba incómodo hablando del tema, ¿cómo decirle la verdad? ¿Cómo explicarle de una que esa cicatriz es lo que ganó por desafiar al anterior alfa de la manada? No podía. Por lo menos de momento, y Kayla notaba que no era algo de lo que quisiera hablar en ese momento...

-"Has traído una guitarra-cambió la chica de tema- ¿me vas a tocar algo?"

-"Hace mucho que no la toco... Si quieres escuchar cómo desafino..."

-"Por favor."-dijo Kayla incorporándose para que Cassian quedara libre de su agradable aroma de jazmín

Cogió la guitarra, se sentó en el tronco que tenían tras ellos, y empezó a improvisar algunas notas. Kayla se sentó a su lado, lo miraba atentamente. No podía evitar sonreír al ver a aquel hombre tan grande, tan imponente, tan fuerte... Hacerse pequeño de repente, por una simple mirada. Pero para él no era una mirada cualquiera, había algo en ella, en sus ojos, en su piel, en su forma de moverse, que le volvía loco. Desde que la conocía, no había dejado de pensar en ella, hasta en los días más difíciles, cuando pensaba que todo se venía abajo, recordaba su sonrisa tan perfecta, esas paletas sobresaliendo por sus carnosos labios untados en un bonito rojo carmín... No, definitivamente no era una mirada cualquiera.

Conforme iba trasteando las cuerdas de la guitarra, iba cogiendo más confianza en sí mismo, y poco a poco la música fue fluyendo cada vez más armoniosa, más bonita. Las hojas de los árboles incluso parecieran moverse al ritmo de la canción... La piel se Kayla se erizaba al escuchar ese bonito sonido, jamás le habían tocado una canción. De hecho, jamás le habían preparado algo tan sencillo, y bonito a la vez. Los chicos de ciudad se curraban menos las cosas, o eso pensaba ella, un restaurante bonito, unas copas en el local de moda, y con un poco de suerte, un poco de sexo. Bueno, casi siempre la velada acababa en sexo. Pero esta noche, todo era especial, diferente, ¿tenía ganas de comerse al lobo? Sí, pero no de la misma forma. Tenía ganas de disfrutar de él, de acariciarlo, de saborear y deleitarse con cada poro de su cuerpo...

Cassian terminó su canción y la miró, acurrucada en su hombro, envuelta en sus pensamientos, parecía feliz. Ésta, dejó de sentir las notas vibrar por su cuerpo, notó su mirada fija en ella, y lo besó. Un beso tierno, con cariño, de esos que te suben a la luna y te dejan allí por un rato...

Se levantaron, ese tronco podía ser realmente incómodo, dejó la guitarra en un lado, y se fundieron en un apasionado beso, un beso que ambos sabían como terminaría, pues desde que comenzó la cita, se tenían ganas. Sus cuerpos se necesitaban. La ropa sobraba, y aunque la noche era fría, tenían el fuego como aliado, y ellos en ese momento sentían de todo menos frío...

Terminó el deseo, la lujuria, y, aún desnudos, sudados, envueltos por el calor de la situación y el fuego, se acomodaron. Kayla se apoyó en su enorme pecho, podía sentir su corazón, sus latidos acelerados, su respiración... Sentimientos tan simples que la llenaron de paz, la trasladaron a un estado de calma que jamás había experimentado, cerró los ojos, y su cuerpo decidió descansar.

Cassian la miraba, con dulzura, acariciaba su morena piel, buscaba cada lunar que la acompañaba, pero sin despertarla. Notaba como el aire de sus pulmones salía cada vez que espiraba, y ese aire acababa en su piel.

Tras un rato de relajación, el lobo pasó su mano por el fino rostro de Kayla, era hora de despertar. Abrió sus ojos y allí estaba él, ¿qué le estaba pasando? Apenas se conocían y sus ojos brillaban solo con cruzar las miradas...

-"Es hora de vestirse,-dijo el lobo- el fuego se está apagando y no quiero que enfermes."

Ella lo miró, necesitaba acariciarlo, necesitaba expresar lo que sentía en ese momento...-"Cassian... Gracias. Por todo. Es lo más bonito que nadie ha hecho jamás por mí... Me has hecho sentir especial."

-"Podría hacerte especial para siempre. Tú y yo, juntos, sin nadie más..."

-"¿Es una proposición formal?"

-"¿Quieres que lo sea?"

-"Me encantaría que lo fuera..."

-"Sé mi pareja. Mi mujer. Mi vida. Mi loba."

-"Adoro cuando te vuelves tan misterioso hablando... Mi hombre..."