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  • Foto del escritorLadynoell

Capítulo 17

Como cada mañana, los mercaderes salían a la calle con sus puestos. Vendían todo tipo de carnes, pescado, especias, telas, incluso joyas... Todo marchaba con tranquilidad. El ejército patrullaba las calles para que ésto fuese así.

Lucius estaba con Marco, su mano derecha. Le acababa de contar todo lo sucedido con Sextus el día anterior. La muerte de aquellos patricios, la mención a su hermana, su enfrentamiento...

Tras esto, ambos guardaron silencio. Observaban, de pie, a la gente en el mercado, la tranquilidad que se respiraba...

-"Mira al pueblo, Marco, si no fuera por nosotros, seguramente este lugar sería un caos. Peleas continuas, robos, abusos... Todo soldado sabe cuál es su deber. Por eso me extraña tanto el comportamiento de Sextus... Dime, ¿qué opinas de lo que te acabo de contar?"-preguntó el General tras aquella reflexión

-"Todos éramos conocedores de la obsesión de Sextus hacia tu hermana. Pero, sinceramente, pensaba que era algo del pasado. Lo que pasó entre ellos fue hace años..."

-"Yo también creía que era un capítulo pasado. Aquello estaba hasta perdonado... No entiendo nada."

-"¿Crees que las muertes de ayer, las de los patricios, fueron intencionadas por él?"-preguntó Marco

-"No puedo asegurar nada, pero la actitud de Sextus me hace pensar que fue él quién los mató... Ojalá me equivoque, por su bien..."

-"¿Qué vas a hacer con él, General?"

-"Llevo haciéndome esa misma pregunta desde ayer, Marco. En esta ciudad, yo soy la ley, y ante un asesinato no hay muchas opciones..."

-"Aunque nos duela por Sextus, ya que es nuestro hermano en combate, todos estamos contigo, General. Tu legión te apoyará pase lo que pase. -hubo un silencio incómodo dónde Lucius le agradeció las palabras con un simple gesto con la cara. Seguidamente, Marco continuó- ¿Qué tal si nos tomamos algo en la taberna? Creo que nos vendrá bien."

-"Lo cierto es que lo necesito, vamos."

Ambos se dirigieron a la taberna, que no quedaba lejos de allí, y al entrar, encontraron en su interior a un borracho Sextus, puesto de uniforme, y con la cara visiblemente dañada tras los golpes del día anterior.

Al verlos entrar, Sextus, tiró la copa que llevaba al suelo e hizo alarde de su don de gentes:

-"¡Arriba todo el mundo, que nos está honrando con su presencia el Generalísimo!"

Tras estas palabras, Lucius se cruzó de brazos, serio, con la mirada fija en Sextus. En cambio, Marco, intentó mediar entre ambos, pues aquel silencio por parte del General, no iba a traer nada bueno.

-"Sextus, estás pasado de copas, ¿porqué no cierras la boca y vuelves a tu casa?"

-"¡No te metas, Marco!-exclamó el rubio tambaleándose a los lados- ¿Vienes a pegarme otra vez, General? Vamos, ¡pégame! Que todo el mundo sepa cómo tratas a los tuyos..."

Pero Lucius seguía inmovil, con la mirada fija en un único punto, Sextus.

Aquella taberna era una de las más famosas de la ciudad, sobre todo entre los soldados, y en ese preciso momento, otro de ellos, fuera de servicio, Livio, se levantó de su sitio dándo un golpe sobre la mesa a la par que dejaba su jarra:

-"¡Estamos contigo, General!"-exclamó ante la tempestad que se estaba viendo venir

Todos loa allí presentes, que no eran soldados, salieron veloces de aquel lugar, dejando únicamente a los soldados en su disputa. Marco agarró su espada, aún que no terminó de desenvainarla. Lucius se percató de aquel detalle y habló:

-"¡No quiero que nadie se mueva de su sitio! Marco, guarda tu espada, pues no te va a hacer falta. -Marco obedeció y se echó a un lado, dejando cara a cara a su General y a Sextus- ¿Me estás retando otra vez, Sextus?"

Éste sonrió. La situación ya se le había ido de las manos, por un lado, tenía en su contra a todo el ejército; y por otro, tenía a Theodor exigiendo la cabeza de Alypia. Ya nada podía perder.

-"Acaba conmigo de una vez, General, pues, de no hacerlo, seré yo quién vaya a poner fin a todo. Te mataré a ti y a la zorra a la que te follas."

Lucius cerró sus puños. La fuerza que ejercía hacía que sus propias uñas se clavaran en su piel, provocando heridas. Cerró los ojos, respiró profundamente. Al abrirlos, golpeó a Sextus con la fuerza de un tsunami, tumbándolo en el suelo, y cuál déjà vú, comenzó a asestar un golpe tras otro al soldado.

La sangre salpicaba. Sextus no estaba en condiciones de defenderse. Aunque, realmente, ¿no era lo que estaba buscando el rubio al enfrentarlo?

Lucius no se detenía, sus golpes cada vez tenían más intensidad, y Sextus cada vez tenía menos fuerzas.


Al ver aquel posible desenlace, los soldados allí presentes, agarraron a Lucius como pudieron separándolo del rubio. ¡No podía matarlo! ¿En qué lugar lo dejaría entonces ante la sociedad?

-"¡SOLTÁDME QUE LO MATE! -gritaba desesperado el General mientras era sujetado por Marco y Livio- ¡QUÉ ME SOLTÉIS JODER!"-dijo liberándose de sus soldados

Sextus, por su parte, intentaba coger aire y levantarse, pero le estaba siendo inútil, apenas tenía fuerzas. Lucius lo miró. En su interior, debía dar gracias a los soldados, pues, matar a uno de los tuyos en medio de la taberna sería ganarse una reputación, y Lucius no buscaba eso, no quería ser temido, sólo buscaba justicia. Aún así, estaba en un estado de exitación importante.

-"¡YO SOY AQUÍ LA LEY, QUIÉN ESTÉ EN MI CONTRA, LO ESTÁ TAMBIÉN DE ROMA! ¡Quitádle el uniforme!"

Así ordenó, y sus soldados obedecieron, dejando al rubio desnudo ante él, aunque sin dejar de tener la sensación de que todo esto se había ido de control...

-"Serás crucificado en dos días."-sentenció el General, haciendo que Sextus sea llevado desnudo a su celda, exibido por toda la ciudad.

Y en una fría y oscura celda acabó, desnudo, cubierto de sangre. Frente a él, Lucius, engrandecido.

-"¿Te gusta verme así, General? Seguro que lo estás disfrutando... Te morías de ganas de encerrarme desde lo de tu hermana..."

-"Disfruta de tu estancia aquí, Sextus. En dos días, yo mismo clavaré tu cuerpo en la cruz. Y lo disfrutaré..."

Tras sus palabras, salió de allí. Seguía furioso, lleno de cólera. Necesitaba una distracción.

Se dirigió a casa, y buscó a Ava por todas las estancias, hasta que dió con ella en el dormitorio. Sin decir nada, la agarró, como si de un animal se tratase, y comenzó a besarla desesperadamente mientras le iba quitando la ropa.

Ava sentía miedo, la mirada de Lucius le imponía respeto y era notorio que algo no estaba bien. Aún así, se estaba dejando llevar, pues ningún daño estaba sufriendo, pero las manos del General sabían muy bien dónde tocar para llevarla a un estado de locura y desenfreno...

En cambio, para Lucius, aquello era una batalla a librar, una batalla que debía ganar. Cuando estaba a punto de salir victorioso de allí, miró fijamente a Ava, y con un gesto de dolor, se apartó rápidamente de su cuerpo sudado, dejándo a la joven tirada en la cama.

Él se levantó, echándose las manos a la cabeza, consciente de sus formas y sus actos.

-"Lo siento..."-dijo él de espaldas a Ava, pues en aquel momento era incapaz de mirarla a la cara

-"¿Me vas a contar que te pasa? Me gustaría saberlo, ya que has venido aquí y me has usado como un saco de boxeo..."-dijo Ava desde la cama

-"He condenado a muerte a Sextus. Crufifixión. Hacía tanto que no sentía esa ira, ese fuego en mi interior... Perdón si te he hecho daño."

-"No me has hecho daño... ¿Quieres hablar del tema? ¿Desahogarte cómo la gente normal?"

Lucius la miró, sintió esa confianza en ella. Necesitaba echar el veneno que llevaba dentro... Se levantó, aunque seguía de espaldas a ella.

-"Toda mi vida he sido entrenado para la guerra. Desde niño. Y por ende, desde que pude entrar en el ejército, he sido un soldado. He matado, torturado, esclavizado, arrasado ciudades enteras... Siempre bajo el mando de un superior. Cuando mataba, me sentía vivo, irónicamente. No estoy orgulloso de esa época. Pero como soldado, o matas, o te matan. No hay más. Me ha costado mucho llegar a mi status, llegar a ser General de mi propia legión, y una vez lo conseguí, me di cuenta de que no es necesario derramar tanta sangre. La edad también me ha moldeado, ya no soy aquel niño que disfrutaba en las batallas. Pero hoy, tras tanto tiempo, he vuelto a sentir ese deseo, esa necesidad de matar... Se me ha ido la maldita cabeza, ¡DIOSES! ¡Habría quemado toda la puta ciudad si no me llegan a detener! ¿Sabes el tiempo que hace que no clavo a nadie en una cruz? Esta situación me supera, Ava..."

-"Lucius, si algo he aprendido estas últimas semanas, es que no todo es blanco o negro. Los grises también existen. Nadie es completamente bueno. Somo humanos. Tú, eres un hombre honrado y justo, no dejes que el pasado vuelva a ti. Y si te has visto obligado a condenar a Sextus, tus motivos tendrías."

Las emotivas palabras de Ava, hicieron mella en él, pues acabó derrumbandose ante la joven. Con las manos, intentaba taparse la cara, para no dejar ver las lágrimas caer, pero era en vano. Ava se levantó de la cama y se le acercó, secando una de sus lágrimas con su propia mano.

-"Joder, Ava, no quiero volver a ser aquel soldado que disfrutaba en el calor de las batallas..."

-"Y no lo serás."-dijo ella incorporándo a Lucis y abrazándolo

-"Tú, Ava, eres la diosa que guía mis caminos más oscuros. Eres la luz que enfoca el sendero a seguir. No me dejes nunca..."

-"No lo haré."

-"Pase lo que pase."

-"Pase lo que pase..."-concluyó Ava fundiéndose en un tierno beso con Lucius



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