El sol se escondió tras las colinas más altas, era la hora de la larga noche. Godfrey salió del sótano cuando el reloj marcó el inicio de la oscuridad, y se dirigió veloz a una de las habitaciones de la mansión. Dió un portazo, encerrándose sólo en aquellas cuatro paredes. Theodor se percató de aquello, y, con un paso moderado, lo alcanzó, interrumpiendo asà su soledad.
-"Vete.-dijo rápido el rubio al verlo entrar- Quiero estar sólo."
-"Aunque no lo creas, no me gusta verte asÃ."
Godfrey lo miró. En su interior, sabÃa que Theodor tenÃa mucho que ver con la decisión de Agatha. Aquella decisión que separaba sus caminos para siempre. Aquella decisión que estaba rompiendo su corazón en pedazos.
-"Quiero estar sólo."-volvió a repetirle Godfrey.
-"Está bien, haz lo que te de la gana. Estaré abajo si quieres que entrenemos o algo..."
Eso dijo, y asà hizo, saliendo de aquella habitación y volviendo a dejar sólo a Godfrey.
Éste cerró los ojos. Volvió a abrirlos. SentÃa impotencÃa por aquella situación. La rabia se iba acumulando en su interior. Aquella batalla interna de no poder enfrentarse a su amo, aquella ira profunda que le hacÃa debatirse entre el odio hacia Agatha, o el amor. El amor... Volvió a cerrar los ojos perdiéndose esta vez en los recuerdos...
AÑO 1634, SUSSEX, INGLATERRA
PodÃa verse una pequeña casa rodeada por montañas. La vegetación era abundante, y el verde el color principal. Los altos árboles no dejaban pasar el sol, aunque en aquella zona, casi siempre las nubes invadÃan el cielo. Junto a la casa, podÃa verse una parcela con cultivos y un pequeño establo. En él, una joven rubia, Mirah, de dieciocho años, acariciando una vaca, y a lo lejos, observando, un humano Godfrey de veintiuno.
-"¿Piensas quedarte mirando todo el dÃa cómo cuido a la vaca?-dijo ella sonriente mientras Godfrey se acercaba- Ya sé lo que me vas a decir..."
-"En tu estado no deberÃas hacercarte a la vaca..."-dijo Godfrey ya a su lado
-"Justo eso sabÃa que me dirÃas...-rió mirando al rubio- Pero mÃrala, es muy buena, jamás me harÃa nada..."
-"Pero puedes tropezar, caer... ¿Qué tal si jugamos a prevenir? Ven, anda, mi princesa..."- la agarró de la cintura alejándola del animal
-"¿Princesa?-preguntó ella- ¿De qué reino?"
-"Del que te pienso construir. Las torres de tu castillo serán la envidia de toda Inglaterra; los sirvientes te harán la comida; los caballeros lucharán en tu nombre y morirán por ti..."
-"Aham... Continua, mi rey."
-"Y nuestro hijo podrá tener todo lo que ahora no podemos ofrecerle..."
Godfrey entonces abrió los ojos, sólo era un sueño, una vida muy lejana que con el paso de los años se le iba escapando de la mante, de los recuerdos... Se echó las manos a la cabeza y se restregó los ojos, ¡lo qué darÃa por volver a aquella vida! Miró a su alrededor. Observó cada uno de los muebles que componÃa aquella estancia. Miró la cama, y volvió a cerrar los ojos.
Se concentró tanto que podÃa sentir el roce con el cuerpo de su mujer. PodÃa olerlo. PodÃa ver cada poro de su piel, cada peca que lo componÃa. PodÃa sentir su hermoso cabello rubio acariciar su cuerpo, perderse por sus curvas. PodÃa notar el calor que desprendÃa su cuerpo aún estando la habitación congelada. PodÃa tocar...
-"¡Basta!"-gritó en un ataque de lucidez
Consciente de que todo aquello que tanto añoraba, no eran más que recuerdos perdidos en el tiempo, salió de aquella habitación furioso.
Bajó las escaleras hasta la primera planta, y, cuando estaba dispuesto a salir, apareció Agatha.
-"¿Vas a salir?"-preguntó de forma comedida la pelirroja. Godfrey la miró de arriba a abajo con desprecio, pero no le dijo nada, al contrario, salió por la puerta dejándola con la palabra en la boca- "Godfrey... Por favor..."
De fondo, en el salón, el señor de la casa, Theodor, la observaba con una copa en la mano. SonreÃa. Estaba feliz y no podÃa ocultarlo.
-"¿Qué haces, Agatha?-le preguntó- Pensaba que te habÃa dejado claro que Godfrey no es para tÃ..."
Agatha lo miró, pero no dijo nada. El desanimo podÃa con ella.
-"Alegra esa cara, pelirroja. ¿Quieres una copa?- dió un largo sorbo y se relamió bien las comisuras de los labios para que éstas no quedaran manchadas- Deliciosa... Es sangre fresca. He degollado a uno de los prisioneros... Una lástima ahora que lo pienso, ¡menudo manjar!"
Agatha seguÃa contemplando a su amo sin decir nada. Theodor la observaba, pero cansado de su silencio, explotó.
-"¿Te han arrancado la lengua y eso te impide hablar? Muy bien, lárgate de mi vista, vete a llorar a una puta esquina, que es lo que estás deseando. Es lo único que se te da bien. Sola y amargada..."
-"Pues como tú..."-dijo Agatha en una ataque inconsciente de valentÃa
-"¿¡Qué acabas de decir?!"- le replicó Theodor
Ante su propia insensatez, Agatha salió corriendo de allÃ, y se metió en una de las muchas habitaciones que poseÃa la casa. En este caso, un pequeño lavadero. Theodor la siguió con bastante tranquilidad. Entró a la habitación, y, apesar de que estaban solos en la mansión, cerró la puerta.
Agatha se encontraba apoyada sobre una encimera, de espaldas a la puerta, rezando para que su descuido no tuviese ningún tipo de castigo. Theodor, con bastante suavidad, la cogió por los brazos, y mientras los acariciaba, empezó a hablar:
-"¿Me tienes miedo que sales corriendo despavorida? No me lo tengas... -seguÃa acariciándola- Déjame contarte qué estará haciendo Godfrey en estos momentos, lo conozco tan bien... -sonrió- Seguramente, habrá cogido el coche y se habrá ido a la ciudad, cualquier antro le sirve. Irá a la barra, pedirá algo, y observará detenidamente el panorama.
¿Qué crees que estará buscando, querida? Exacto, una presa. Enseguida dará con alguna, Godfrey sabe perfectamente lo que le gusta. La observa un rato para saber si está sola, o con amigos... Y una vez tiene controlada la situación, se acerca a ella.
La invita a unas copas, charla un rato, la hace reÃr... El cabrón nisiquiera usa sus encantos de vampiro, no le hacen falta. Con esa cara de bueno, y esos ojos tan vibrantes... Caen como moscas. Enseguida le ofrecerá ir a algún sitio más Ãntimo. La chica le dirá que sÃ. Todas lo hacen.
Un callejón sin salida, un trastero, una zona de carga... Cualquier sitio es bueno para pasar un buen rato, ya sabes a lo que me refiero. Contra la pared, el suelo, no importa, lo que haya. Igual ahora, que vuelve a se un depredador nocturno, se da cuenta de que tú no eres gran cosa.
Y cuando él considera oportuno... ¡BOOM! La cena está servida... Doble placer. ¿Sabes? En la ciudad hay muchos crÃmenes, muchas mafias, la gente de allà no es de fiar, por un cadáver más nadie se va a preocupar...
Ahora, dime, Agatha, ¿qué piensas de todo lo que te he contado? Seguro que te sorprende, porque desde que llegaste a esta casa su cambio fue abismal... Él en verdad es asÃ, cómo te he contado..."
Theodor seguÃa acariciando con delicadeza a Agatha. Ésta cerraba los ojos. Le dolÃa saber todo lo que le habÃan contado de Godfrey, ¿serÃa verdad? Pero, al mismo tiempo se le erizaba la piel con las suaves pasadas que le daba su amo. SentÃa la yema de sus dedos acariciar sus brazos, su respiración sobre su cuello, aquella voz tan dulce, a la par que grave con la que le estaba hablando...
-"Mi querida Agatha..."-dijo finalmente Theodor mientras olÃa de forma descarada, pero sensual su pelo
Ella se dio media vuelta, y quedó mirándolo a los ojos fijamente. -"Mi señor..." dijo, y en un arranque de locura, lo besó apasionadamente. Él se lo devolvió, al fin y al cabo, era lo que buscaba, lo que se notaba en el ambiente, esa tensión sexual que llevaba arrastrando durante dÃas.
Tras el beso, Theodor la apoyó sobre la encimera, mientras poco a poco iba quitándole la ropa a la vez que le abrÃa las piernas.
-"Dime que me deseas, que me quieres dentro, sentirme..."-le dijo buscando la conformidad en Agatha
-"Te quiero dentro."-aprobó ella
Ambos se desnudaron, y acabaron dando rienda suelta a aquella pasión acumulada...