CorrÃa una ligera brisa otoñal, aunque el calor persistÃa. Alypia paseaba, junto con su esclava, por los alrededores del campamento que habÃa montado la legión negra, comandada por Tito. Se encontraban a dos dÃas a caballo del lugar de dónde salió la joven, y todo era tan diferente... Los árboles eran fuertes y grandes, con unas hojas particicularmente llamativas; el suelo era verde, lleno de musgo y gran variedad de flores. Los colores que vestÃan aquel paisaje eran totalmente opuestos a lo que ella estaba acostumbrada.
Respiró profundo. Estaba feliz. Caminaron varios metros más, hasta llegar a una pequeña balsa de agua, formada por la propia corriente del rÃo. Allà la vegetación era aún más abundante si cabe, y, pequeñas aves reposaban en aquel lugar. Alypia se sentó próxima a la orilla.
Quedó contemplando el lugar un largo periodo de tiempo, hasta que, a lo lejos, pudo observar cómo se aproximaba un soldado. "Será algún soldado enviado por Tito para que regrese", pensó, pero los colores de la armadura nada tenÃan que ver con las oscuras capas de la legión negra, al contrario, era roja, cómo las que lucÃan los soldados de su hermano. Se levantó para recibirlo, aunque no de muy buena gana.
-"Aurelius, -comenzó la joven- has sido valiente al llegar hasta aquÃ. Supongo que es mi hermano quién te envÃa. Pero, antes de que digas nada, déjame decirte que no voy a regresar. Mi lugar ahora está al lado de Tito."
-"No vengo para que regreses, sino para prevenirte."
-"¿Prevenirme de qué?"
-"Como bien sabes, la ciudad ha sufrido ataques durante dÃas, dejando numerosas bajas entre nuestras filas. El demonio ahora pide tu cabeza.-Alypia quedó atónita ante aquello, pero Aurelius debÃa continuar- Vengo en nombre del General Lucius, tu hermano, quién te ruega que no regreses hasta que hayan puesto fin a la amenaza."
Tras ellos, escondido entre la abundante vegetación, se encontraba un Tito muy cabreado y decidido.
-"Ya veo, mujer, como usas la libertad que te concedo.-dijo furioso Tito- ¿Cómo he de tomarme que estés apartada al lado de un soldado de tu hermano?"
Alypia, se echó las manos a la cabeza, estaba nerviosa, Tito en ese estado le imponÃa y ella debÃa obedecerle en todo. Aurelius se giró y se dirigió a él.
-"General Tito, he venido a entregar un mensaje importante a la señora, de su hermano."
-"Tú te callas.-ordenó Tito al soldado- DeberÃa clavar tu cabeza en una pica y ver cómo las aves deboran tus ojos."
-"Pero Tito..."-saltó Alypia intentando mediar entre ambos
-"Vete al campamento, mujer."- asà ordenó, y asà hizo ella, acompañada de la esclava- " Y tú, soldado, puedes volver y llevarle éste mensaje a tu General: Alypia ahora es mÃa, la mujer con la que me acuesto cada noche, y también con la que me levanto. La que disfruto. En ningún caso pensábamos regresar."
Aurelius recibió el mensaje, cambió su camino para alcanzar su caballo, y regresar. Pero la voz de Tito rompió el silencio de la naturaleza.
-"Espero que os maten a todos."- y caminó dirección al campamento
Cuando llegó, entró en la tienda que ocupaba y echó a la esclava con un gesto de la mano, para quedarse a solas con Alypia. Ésta habló nerviosa al verlo.
-"Tito, sé que estás enfadado, es comprensible, pero no hay nada más allá del mensaje que he recibido por su parte."
-"Desde que entró en nuestro terreno, mis guardias lo han estado vigilando. He escuchado todo, Alypia."
-"Pero... ¿Entonces? ¿Porqué ese enfado? ¿Ayudarás a mi hermano enviando a tu legión?"
-"¿Tú me ves con cara de querer ayudar a tu hermano? Espero que los maten a todos, especialmente a él."
Tras estas palabras, Alypia se derrumbó. Se trataba de su hermano, su sangre, su familia...
-"Shh... No llores mi amor,-dijo Tito intentando consolarla- todo lo que digo es pensando en nosotros, ahora somos una familia. Tu hermano es considerado uno de los mejores guerreros del imperio, solo su nobleza supera su destreza en el campo de batalla. Mientras él esté vivo, no habrá nadie que consiga el reconocimiento que tiene. Como ves, todo lo hago por nosotros... No llores más..."
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Mientras, es misma mañana, pero al sur de la penÃnsula, Lucius salió al fin de su encierramiento. HabÃa pasado toda la noche meditando acerca de todo lo que le habÃa contado Ava, de cómo llegó, recordando cómo perdió a su mujer... Esa noche, Ava no habÃa pasado la noche con él, entendÃa que estarÃa alojada en alguna habitación para huéspedes. Aún asÃ, se aseguró preguntando a la esclava.
Se acercó a la puerta y llamó -"¿Puedo pasar, Ava?"-pero no obtuvo respuesta alguna, aún asÃ, abrió la puerta y entró
-"No te he dicho que pasaras...-dijo una Ava hundida encogida sobre la cama- Vete, no me encuentro bien..."-dijo intentado reincorporarse
-"Ava, siento mucho haberme puesto asÃ... Perdóname."-le dijo mientras la cogÃa del brazo y la levantaba de la cama haciendo el amago de abrazarla
-"¡NO!-exclamó furiosa ella- ¡A mà ahora no vengas a darme abrazos! ¿Eres consciente de la noche que he pasado? ¡Ésta es tú casa, no la mÃa! Me he sentido sola, desorientada, llorando desconsoladamente sin saber qué coño he dicho o hecho para que tuvieras esa reacción... ¡Estoy cansada de que todo el mundo me trate como una puta mierda!"
-"Ava..."
-"¡QUÉ!"
Ante el último grito, Lucius se vino abajo, sentándose sobre la cama. En cualquier otra situación, jamás hubiera permitido que nadie le levantase la voz, pero no pudo más. El nudo que llevaba en la garganta le impedÃa continuar. DebÃa desahogarse para poder cerrar aquel capÃtulo tan oscuro de su vida...
-"Lo siento...-dijo finalmente con la voz entrecortada- Sé que no estás en tu lugar, y que soy lo único que tienes aquÃ. Pero, ayer, me hiciste revivir algo oscuro, algo que he intentado olvidar pero me persigue constantemente... Hice un trato con una bruja, y ésta se cobró la vida de Livia, mi mujer... La culpa me persigue dÃa y noche. Jamás debà aceptar. La condené sin saberlo... Y, ahora, pensar que tú puedas pasar por lo mismo me mata por dentro..."
-"Lucius, yo.... No tenÃa ni idea... Hice lo que hice para estar junto a ti..."
Lucius la abrazó con fuerza. Visiblemente estaba afectado. Ava se lo devolvió, pero algo en su rostro cambió, aquella historia le hizo recapacitar... ¿Qué le pasarÃa a ella? ¿Cuál serÃa su precio a pagar? Tras unos intensos segundos, Lucius levantó la mirada hacia ella.
-"Una bruja se llevó a mi mujer, pero ahora te ha traÃdo a ti... El tiempo que nos quede, seamos felices... Nos lo merecemos."
Tras la reconciliación, y la intimitad que les brindaba aquella habitación, se fundieron en un acalorado beso. Poco duró, pues a lo lejos se podÃa escuchar una voz masculina gritar "General, General". Se trataba de Sextus, estaba en la puerta esperándolo, y éste salió para ver qué ocurrÃa.
-"Entras en mi casa pegando gritos... Importante será tu anuncio."-le dijo Lucius
-"Importante es. Dan aviso de dos cuerpos sin vida en las termas."
-"¿A plena luz del dÃa?-cuestionaba Lucius- Me pongo el uniforme y te acompaño"
Asà hizo. Ambos llegaron al lugar del crimen y se encontraron dos cuerpo tirados en el suelo. No habÃa sangre alrededor. Lucius se acercó a examinarlos.
-"Los han estrangulado.-dijo- Mira las marcas de su cuello."
Sextus no se acercó, se mantuvo unos pasos retirado, serio.
-"Estos hombres eran patricios importantes en la ciudad, ¿quién les harÃa algo asÃ?"-preguntó Lucius
-"Quién sabe...-respondió Sextus- Igual sólo estaban en el lugar equivocado... Al final va a ser verdad eso que comenta la gente, que este no es un lugar seguro... Menos mal que enviaste a tu hermana bien lejos de aquÃ...¿Verdad, General?"
-"¿Porqué mencionas a Alypia, Sextus? OlvÃdala ya. Que no te lo repita más veces."
-"Claro... OlvÃdala, dice. No ibas a permitir que Alypia acabe con un simple soldado como yo, ¿no? Mejor que se la folle un General con mano en el Senado."
Lucius se plantó ante él, a escasos centÃmetros de su cara y dijo:
-"RepÃteme eso, soldado. Porque ya me estás tocando los cojones."
-"Te lo estoy diciendo a la cara, General... Te crees uno de los nuestros, pero no eres más que un hipócrita que siempre tiene su culo entre sedas."
-"¡¿Tú crees?!- gritó el General dándole un golpe seco en la cara y tirándolo al suelo- ¡Igual necesitas que te recuerde porqué llevo una maldita cicatriz que cruza toda mi cara!"
Furioso, comenzó a golpear a Sextus en el rostro una y otra vez. Éste, intentaba defenderse, pero la fuerza de Lucius era superior. Tras unos golpes más, la sangre prodecente del rostro del rubio, salpicó sobre Lucius, quién paró repentinamente de sacudirle.
-"No me vuelvas a retar, soldado. Igual la próxima vez no paro a tiempo."
Y sin más, se marchó, dejando a Sextus intentando recobrar el aliento aún tendido en el suelo...