Capítulo 10

A la mañana siguiente, una vez se quedó sola con las primeras luces del alba, Agatha llamó a Ava para que ambas tuvieran un encuentro. El lugar, la antigua casa de la híbrida, lejos de cualquier mirada u oídos indiscretos. No eran ni las diez de la mañana cuando ambas ya estaban reunidas.

-"Oye Agatha...-dijo la humana observando bien todo el entorno mugriento que las rodeaba- Si este va a ser nuestro lugar de encuentro igual podríamos limpiar un poco..."

La pelirroja rodó los ojos e ignoró el comentario de su amiga... -"Anoche estuve indagando y preguntando sobre la bruja..."

-"¿Y? ¿Has averiguado algo?"-preguntó entusiasmada Ava

-"Nada... Sólo pude preguntar a Godfrey, sin centrarme demasiado en ella, para no captar su atención, y él no sabe dónde vive ni cómo localizarla. Me dijo que sólo la había visto un par de veces, y siempre en bosques. ¡Ah! Y Theodor casi me arranca la cabeza... Siempre se entera de todo... Resumiendo: no tenemos nada."

-"¿Y no podemos contactar con ninguna otra bruja? A mi madre, por ejemplo, había una que le echaba las cartas..."

Agatha miró a su amiga y se le escapó una leve sonrisa.-"A veces me asombra tu inocencia, Ava..."

Ambas sonrieron y tuvieron un breve momento de complicidad. Tan breve, que la casa, de un segundo para otro se oscureció, las ventanas se tornaron en una textura opaca, y un frío invadió el cuerpo entero de las chicas. Frente a ellas, una bruma oscura dio paso a una silueta casi humana: Artemisia.

-"¿Sabéis? Tengo la extraña manía de estar presente en las conversaciones donde se habla de mí..."-dijo Artemisia con una sonrisa pícara

Ava retrocedió varios pasos, el pánico se apoderó de ella. Agatha, en cambio, aunque no le estaba gustando nada la situación, quedó un par de pasos por delante de su amiga.

-"¿Eres Artemisia?"-le preguntó la pelirroja

-"Chica lista...-seguía con esa sonrisa pícara- ¿Y tú eres la híbrida de Theodor?-no obtuvo respuesta- ¿Qué pensaría tu amo si te viese conspirar contra él con la humana?"

-"No estamos conspirando, sólo estábamos..."-dijo Agatha, pero tuvo que dejar la frase a medias, pues la bruja la interrumpió

-"No digas nada más... Nunca se sabe quién puede haber tras una puerta, nos movemos."

Y tras esto, Artemisia levantó sus manos, elevándose ella misma, y una gran bola color morado envolvió los tres cuerpos transportándolos lejos de allí.

En un abrir y cerrar de ojos, se encontraban al borde de un acantilado, junto a unas antiguas ruinas. La mala hierva se comía casi por completo los muros supervivientes, y una magia extraña envolvía el lugar. Estaban completamente solas.

-"¿¡Dónde coño nos has traído?!"-exclamó Agatha agitada

-"Tranquilita conmigo, híbrida. -dijo amenazante la bruja- Más bien cierra la bocaza y agradece que os encontrara porque estabais muy perdidas."

Agatha suspiró. No buscaba entrar en una batalla con una bruja. Una batalla que jamás podría ganar.

-"Tienes razón,-asintió la pelirroja- estábamos perdidas, no sabíamos ni por dónde empezar a buscarte, pero... ¿Cómo has sabido que nosotras te buscábamos y dónde estabámos?"

-"Me gusta tener controlado a mis enemigos. Tu amo es enemigo. -Agatha y Ava se miraban, no sabía que decir, Artemisia, a pesar de su tamaño, imponía lo suficiente como para dejar mudos a sus contrarios- Theodor es tan arrogante, tan egocéntrico, que es incapaz de ver más allá de sus colmillos, y por ende, es incapaz de saber cuando lo controlan. Además, -continuó la bruja- cree que es el ser más poderoso de la tierra, iluso...-sonrió- Piensa que sólo por ser hijo y nieto de quién es, es alguien... Y para ser ese alguien, necesita un pequeño detalle..."

-"La piedra que tiene el General..."-susurró Ava, rompiendo así el silencio que guardaba desde que apareció Artemisia

-"Al fin abres la boca, humana.-dijo la bruja mirándola con descaro- Exacto. La dichosa piedra, aquella que posee los poderes de Astaroth. Con esos poderes en su propio ser, Theodor sería inmensamente poderoso, demoníaco, más de lo que ya es. Su fuerza sería superior a la mía, y eso no puedo permitirlo. Por ello lo tengo controlado. Por ello de aquí a atrás he estado a su lado, haciéndole pequeños favores, distrayéndolo a menudo... Es bastante simple como hombre."

-"Perdón que moleste...-interrumpió Ava con una delicada voz- Si esa piedra posee tal poder, y formaba parte de su familia, eso quiere decir que su familia hubo un tiempo donde sí tenían ese poder y eran tan poderosos como cuentas, ¿qué pasó entonces? ¿Cómo perdieron esa piedra?"

-"Humana lista... Efectivamente, su familia fue muy poderosa, casi indestructible, pero todo tiene un final. Theodor no es como su familia, él es maldad pura, si tuviera ese poder, no existiría equilibrio ninguno entre especies. Con él llegaría el caos."

-"¿Tú sabes dónde está escondida la piedra?"-preguntó Agatha a Artemisia

-"Es posible que tenga algo que ver en su desaparición, al fin y al cabo, mi principal objetivo es que jamás llegue a sus manos."-le respondió la bruja

Artemisia y Agatha iniciaron una conversación acerca del paradero de la piedra, pero sonaba todo en la lejanía para la mente de Ava, pues, con la bruja frente a ella, sólo tenía un único pensamiento que le rondaba constantemente...

-"Yo solo quiero ver al General"-susurró para sí misma, aunque la bruja la escucho

-"Repite eso, humana"-le dijo Artemisia

-"Sueño cada noche con él, le veo como si estuviera allí, en un plano alternativo al de él. Me despierto y sigo pensando en él. Necesito verlo, tenerlo frente a mí, entender porqué me está pasando todo esto..."

-"¿Qué estarías dispuesta a ofrecer a la magia para llevarte junto a él?"-le preguntó la bruja

-"AVA NO.-sentenció Agatha- No juegues con la magia."

-"Pero necesito respuestas...-Agatha se echó las manos a la cabeza y Ava se acercó aún más a la bruja- Estoy dispuesta a ofrecer cualquier cosa..."

-"Hay sacrificios que no deben tomarse a la ligera, muchacha... A veces lo que más amas puede ser lo que la magia exija."-le insistió Artemisia, pero no vio retracción en Ava. Giró sus manos simultáneamente y un pequeño destello salió de ellas. La bruja se elevó sobre sí misma, y con ella, Ava.- ¿Aceptas el trato?"-peguntó la bruja para así acabar con el afluyente de magia que recorría su cuerpo

-"Acepto."

Con aquella palabra, aquel trato, la pequeña luz que destelleaba de las manos de la bruja, se hizo más y más grande, hasta que acabo invadiendo todo el entorno, cegando así a las allí presentes. Cuando dicha intensidad llegó a su fin, Ava había desaparecido con ella.

-"¿Dónde la has llevado?"-preguntó angustiada Agatha

-"Donde ella quería ir, ni más, ni menos."

-"¿Y cuánto tiempo estará allí?"

-"El que la magia crea oportuno."-zanjó Artemisia

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Esa misma mañana, dos mil años atrás, una pequeña ciudad romana al sur de Hispana despertaba. El foro, su eje principal, comenzaba a tener ojos, voz, y oídos. Sus ciudadanos, ajenos a lo que estaba a punto de ocurrir, se reunían como cada día en el corazón de dicha ciudad.

Los patricios, discutían de política; hacían negocios entre sí; visitaban los templos colindantes para rendir culto a sus dioses... Las mujeres, lejos de quedarse en casa al cuidado de la domus y de los niños, se permitían ciertos lujos sociales y visitaban también el foro, los mercados... Lujos que jamás podrían tener en la capital siendo de buena familia. Y todo siempre bajo la supervisión del ejército, que nunca dejaba su guardia.

De la nada, el cielo se iluminó completamente, cegando a cualquiera que estuviera fuera de un entorno cerrado. Aquella luz tan intensa apenas duró unos segundos, y tras su final, un halo de pequeñas motas reflectantes indicaban un camino a seguir. Indicaban el paradero donde se encontraba Ava.

Todos se acercaron a mirar el espectáculo. A aquella extraña mujer proveniente del cielo cual diosa caída del mismo Panteón. Los soldados de guardia, Sextus y Marco, corrieron a la zona y vieron a aquella mujer. Les era muy familiar. Rápidamente despejaron la zona de los curiosos aldeanos, y mientras Sextus se acercó a Ava para comprobar su estado, Marco corrió lo más veloz que pudo hasta encontrarse con su General.

Junto con Sextus, la chica fue recobrando el conocimiento poco a poco. Estaba muy desorientada, su cabeza le daba vueltas y apenas podía decir nada. El soldado la agarró y, con cuidado, la llevó dirección a la domus de Lucius, dónde Marco ya estaba allí dando aviso de lo ocurrido.

Durante todo el camino, Sextus estuvo haciendo preguntas a Ava, preocupándose que que ésta estuviera bien, pero Ava solo era capaz de decir su nombre: "General Lucius".

A mitad del trayecto, tuvo lugar el esperado encuentro. Lucius frente a ella, incrédulo ante lo que veía, incapaz de entender qué estaba pasando. Pestañeaba constantemente, pensando que todo era un sueño, un dulce sueño dónde estaba ella. No importaba la forma, la vestimenta, o el lugar, estaba ella.

A Ava en cambio, los ojos comenzaron a brillarle con más fuerza que nunca. Por fin estaba frente a él. Por fin podía verle, tocarle, hablarle... Sonreía aún sin entender qué había pasado, cuál era el precio por estar ahí. Estaba feliz.

Poco a poco, ambos, fueron avanzando hasta quedar a escasos centímetros de distancia.

-"Cómo es posible...-decía Lucius mientras miraba los ojos de Ava- Estas... Viva... Livia..."

El General veía en aquella mujer a su esposa, a Livia. Le acariciaba la cara suavemente, seguía mirando sus ojos verdes atónito, pero sonreía. Su mujer había regresado a él. En un acto reflejo, infundado por la tremente felicidad que recorría cara poro de su cuerpo, la besó. Era tan apasionado que Ava se dejó llevar. De hecho, ella misma lo deseaba. Ahora ambos volvían a reunirse. Volvían a ser uno.